divendres, 31 d’agost del 2012

NOVELA - CAPITULO 4 (1ª parte)


4

 

Los años que van desde el 1962 hasta el 1969 fueron de una gran actividad tanto comercial como fabril.  CON UN RITMO DE CRECIMIENTO TAN ESPECTACULAR QUE EN ALGUNOS EJERCICIOS  SE LLEGABA A DOBLAR LAS CIFRAS DE NEGOCIO.  Hay QUE TENER EN CUENTA QUE ERAN LOS AÑOS del inicio y la consiguiente expansión de la Televisión en España con una gran necesidad de instalación de antenas, tanto en cuanto se refiere a las instalaciones individuales como con el inicio de las pequeñas instalaciones comunitarias y ello comportaba la enorme demanda de la fabricación de las antenas y sus componentes. Eran días de euforia, se había salido de la recesión del Plan de Estabilización de 1959 y se estaba produciendo el gran despegue industrial y comercial de España, las tímidas aperturas políticas al exterior que permitían unas incipientes relaciones de comercio internacional, importaciones y exportaciones y que fueron bien aprovechadas por Industrias Greis, S.L. para consolidarse  y llegar a cuotas de mercado de enorme importancia para cualquier empresa (posteriormente se verá que no se aprovechó todo lo posible ya que los beneficios que se obtenían se veían considerablemente mermados por mor de las sangrías financieras que padecía la firma para cubrir las muchas necesidades extraordinarias, los excesivos stocks y las pérdidas por mala gestión de personas totalmente incapaces de gestionar los distintos negocios de la familia) y en esa dirección fueron las decisiones de ampliar la fábrica, con la construcción de un nuevo edificio adosado al antiguo y que ampliaba las distintas naves y los pisos en una tercera parte, la creación de una nuevas oficinas en Barcelona, en las que como los nuevos ricos, se hizo un alarde al estilo de las grandes multinacionales, con despachos acristalados con dobles paredes y dobles cristales, con instalaciones de acondicionamiento de aire, calefacción, salas de visitas, etc. Se llegó al extremo de que cualquier "jefecillo" de tercera o cuarta categoría disponía de su gran despacho, su gran mesa, butacones, etc. y, naturalmente lo tenían los principales directivos, con oficinas duplicadas, en la fábrica y en las oficinas de Barcelona. Es decir, se hizo un fuerte gasto e incluso algún que otro despilfarro, como fue, el comprar otro local anexo al primero, contiguo a las oficinas de Barcelona (estuvo sin utilizar, en absoluto para nada, durante más de dos años) y que, posteriormente se convirtió en la sede de otro de los "grandes" negocios de la familia, con pérdidas superiores en el año 1979 a los cuarenta millones de pesetas que fueron detectados y una cifra, difícil de calcular, y que yo estimo en otro tanto, en stocks no vendibles y obsoletos, facturas incobrables de clientes morosos, fallidos simplemente por no haber sido presentados al cobro en su vencimiento, además de la pérdida de imagen de la Empresa ya que, como siempre los negocios de cada uno de los hermanos siempre tenían relación los unos con los otros y, esto es lo peor, casi siempre debían ser rescatados económicamente por la casa madre.

A todo esto y para poder comprender la situación que se estaba incubando y que más tarde produciría efectos muy dañinos y graves a la Empresa, debo seguir relatando uno de los acontecimientos cruciales para la existencia de Industrias Greis y que a pesar de que fue totalmente fortuito y es innecesario decir que muy penoso y dramático para todos nosotros y que trastocó totalmente la estructura accionarial de la empresa y fue la causa del mal desenvolvimiento posterior de la Empresa.

Corría la Semana Santa del año 1969 y se producía un doloroso  suceso que, a mi entender, fue el desencadenante de una serie de errores que han llevado Industrias Greis hasta la situación actual.

En desgraciado y dramático accidente perecieron ahogados los hermanos Don Joan y Don Rodolfo Greis.

Mis recuerdos del suceso están aún,  a pesar de los años transcurridos, vivos en mi memoria y, antes que nada, quiero dedicar un muy sentido homenaje a ambos hermanos y en especial a Don Joan, que creo era una de esas pocas personas que puedes encontrar a lo largo de toda una vida de las que, con justicia, puedes enorgullecerte de haberlas conocido y de haber contado con su amistad. Una de esas figuras que no aparecen fácilmente, y que merecen el calificativo de MUY ESPECIALES, así con mayúsculas, tanto en lo referente a su capacidad para la dirección de la Empresa como en la faceta personal, gran persona, gran amigo. ¡Que enorme pérdida para todos!

Toda la Semana Santa se desenvolvió con un tiempo desapacible, ventoso, fuertes lluvias y se produjeron avenidas en los torrentes y riachuelos en casi todo el territorio, y ello convidaba más a volver a casa que a quedarse, lo que me indujo a anticipar, en unas horas el regreso.

Era el Lunes de Pascua, y después de haber pasado esos días de descanso junto con mi familia y unos primos, en la localidad de Solsona, a media tarde, llegaba a mi domicilio con todos los bártulos, paquetes, equipajes correspondientes a un matrimonio con dos hijas pequeñas; aún no me había despojado del anorak, cuando sonó el teléfono y mi esposa me lo pasó diciendo que llamaba un tal Sinera, a la sazón Inspector de Ventas de la Empresa.

- Sr. Jeroni, (su voz era entrecortada y terriblemente seria) ha ocurrido algo espantoso,  me suelta, así de sopetón ¡Han muerto los señores Joan y Rodolfo!.

- Pero señor Sinera, es increíble, terrible. ¿Qué ha pasado?

- Solo sé que han muerto ahogados. Estaban en la finca de Tarragona.

- Pero, por favor, dígame que ha pasado. ¿Ha sido al atravesar el torrente?

- No sé nada más. Si quiere puede llamar a su domicilio.

- Bien, gracias, ahora mismo llamaré. Adiós. Y colgué el auricular.

En aquel momento quedé sin habla, anonadado, hasta que pasados unos minutos  oí a mi esposa que me decía:

- Jeroni ¿que pasa?. Te has quedado con el semblante blanco. !Di¡¿Qué pasa?

Y reaccioné. Estaba llorando como una criatura.

Había perdido a un verdadero amigo y, más que a un Jefe, a un compañero de trabajo, con el que siempre nos habíamos entendido a la perfección y que, y esto es lo importante, era, como se demostró posteriormente, el único de los hermanos Greis que podía llevar a buen puerto la nave de Industrias Greis.

Sin perder más tiempo que el imprescindible para un cambio de atuendo, juntamente con mi esposa nos dirigimos a casa de Don Joseph Greis, para intentar conocer más detalles y ponernos a su total e incondicional disposición para cuanto pudiéramos hacer en su ayuda.

Tengo un amargo recuerdo de nuestra llegada al domicilio de Don Joseph, recibí una penosa impresión pues nos recibió una persona desconocida para mí y que, con muy poca o nula cortesía, nos impedía la entrada y nos negaba el paso para contactar con alguno de los hermanos Greis. En honor a la verdad, debo decir que era alguien que tenía muy poca representatividad pues, como supe más tarde, se trataba del esposo de una de las hijastras de Don Joseph. Después de muchos dimes y diretes le convencí para que, por lo menos avisara a la señora Greis.

Nos recibió en una salita y con la exquisita amabilidad y tacto que suelen demostrar personas de su gran categoría humana, con gran serenidad nos hizo saber las circunstancias en que se habían producido los luctuosos sucesos que habían concluido con el deceso de dos de los hijos de su esposo Don Joseph y que nos rogaba no insistiéramos en ver a su esposo ya que estaba muy emocionado por los acontecimientos y, además, había sufrido un accidente mientras esperaba con ansia la llegada de sus hijos y ante su tardanza, había caído y  sufrido un traumatismo en uno de los brazos, por lo que el médico le había suministrado un sedante y recomendado que descansara.

Nos relató que los hermanos Joan y Rodolfo, junto con su primo Robert, habían decidido pasar un día de pesca y para ello habían salido con el "Jeep" y después de cargados los aparejos de pesca, se dirigieron hacia una zona cercana de la costa para pasar un día de descanso y relajación y que por designios del destino se convirtió en el último de sus vidas.

Nos contaba su hermano Adolfo que era un día muy desagradable, ventoso y frío, en realidad toda la semana había hecho un tiempo muy desapacible con una meteorología más propia del norte de España que de la soleada Tarragona, con lluvia, frío, e incluso, nieve en las montañas. Llegados al lugar escogido se habían encaramado a unas rocas, que por efecto de la llovizna y las salpicaduras de las olas, ya que el mar estaba bastante alterado, estaban muy resbaladizas y como consecuencia de todo ello, al lanzar la caña Rodolfo resbaló y se precipitó al mar embravecido debido al temporal de levante que levantaba olas de mas de tres metros de altura. Su hermano Joan, viendo que pese a sus esfuerzos, no conseguía asirse de nuevo a las peñas y volver a izarse hasta lugar seguro, se despojó de algunas prendas y se lanzó al agua para ayudarle y entre los dos conseguir salir del trance en que se habían metido. Lamentablemente el estado de la mar no permitía el asirse a ningún saliente, las olas les empujaban una y otra vez contra la pared rocosa y sus esfuerzos más a conseguir agarrarse a algún saliente y, al propio tiempo, evitar que la fuerza del oleaje les lanzara y golpeara contra las rocas. Fueron unos pocos minutos de un terrible esfuerzo físico que pronto agotó sus fuerzas y que muy a pesar de Robert, que intentaba una y otra vez lanzarles el sedal de las otras cañas como si de un cabo se tratara y que les permitiera asirse a algo, pero, por desgracia todo fue inútil, la fuerte resaca les impelía mar adentro y pese a su enorme coraje, pese a que ambos eran buenos nadadores, la fuerza del agua y también la baja temperatura pudo con todas sus reservas físicas y su primo Robert, vio, con desesperación, como desaparecían sus cuerpos bajo el agua. Un hermano, por salvar al otro, caía en el mar y ambos fallecían sin remedio.

A Robert ya solo le quedaba la decisión de volver al "Jeep" y regresar a casa para trasmitir la trágica nueva.

Como si el destino quisiera hundir moralmente a Robert, al llegar al "Jeep" pudo ver que allí había una cuerda, lo suficientemente gruesa y larga como para haber sido lanzada al agua e intentar de forma más factible, el rescate de los desaparecidos entre las olas. El pobre hombre perdió, prácticamente la capacidad mental y durante bastantes meses tuvo que someterse a tratamiento psiquiátrico para llegar a salir de la depresión en que se hundió y que le costó años hasta llegar a mitigar el dolor de la tragedia que se había cernido sobre la familia y de la que había sido, no solo testigo y protagonista.

Al llegar a la casa solariega de los Greis, donde se hallaba reunida toda la familia, se encontró con un nuevo drama; D. Joseph con la angustia, la intranquilidad y el nerviosismo de la espera, había salido al jardín y debido a que si vista no era muy buena, había tropezado, caído y sufrido la rotura de un brazo, con lo que se añadía, al dolor moral el físico.

Ya la Guardia Civil había informado del accidente y se había iniciado la búsqueda de los cuerpos de los dos hermanos que habían desaparecido entre las turbulentas aguas del Mediterráneo, búsqueda que tuvo que ser abandonada hasta el día siguiente por la falta de luz.

Al día siguiente aparecieron los cuerpos en una cercana playa al lugar del accidente y pudieron ser cumplidos los dolorosos y desagradables trámites judiciales, levantamiento de los cadáveres por el Juez, identificación de los mismos en el depósito, así como la preparación de todos los trámites para la inhumación de los restos de los desgraciados hermanos.

Fueron sepultados en el cementerio del cercano pueblo de Riudoms con asistencia de las pocas personas de la familia, amigos y allegados que pudieron ser avisados ya que por tratarse de las fechas en que había sucedido era difícil el localizar a la gente.

En la empresa Industrias Greis, la noticia provocó una gran conmoción, pude observar a más de uno y más de dos personas, obreros, empleados, llorando por la muerte de uno de los hombres con una humanidad más grande que he conocido en toda mi vida. Se organizó un viaje en autocares y una caravana de coches particulares, al pueblo de Riudoms para celebrar una Misa funeral y la subsiguiente visita al Campo santo para rezar un responso por sus almas. Creo que fue una gran y emotiva manifestación de dolor que salía espontánea de lo más profundo del ser de todos y cada uno de los presentes.

 

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dijous, 23 d’agost del 2012

NOVELA - CAPITULO 3


 

3

 

Al iniciar la fabricación de toda la gama de antenas exteriores para televisión, se produce un nuevo hecho digno de la mayor consideración y, sin duda, de gran importancia en los acontecimientos posteriores. Es necesario crear una red comercial que abarque todo el país y no solo Barcelona y su provincia. Es imprescindible para la expansión de la Empresa el llegar a todos los rincones de España y, lógicamente, empezar por lo más cercano, es decir por Cataluña. Y, al propio tiempo, transformar TALLERES GREIS en una empresa algo mayor dotándola de los medios jurídicos precisos para tal empeño. Para ello se crea una sociedad limitada que se llamará TALLERES GREIS, S.L., con un reparto accionarial en tres tercios nominativamente a favor de:

D. Joseph Greis con un 33,33%

D. Joan Greis con un 33,33%

D. Adolfo Greis con un 33,33%

Forma jurídica en la que se constituyó la empresa y funcionó muy bien y durante muchos años.

Posteriormente se llega a un acuerdo para contratar al, hasta aquel momento, asesor fiscal y comercial, D. J.M. Balduera y se le encarga, como actividad prioritaria, la creación de la imprescindible red comercial. A ello se dedica con entusiasmo y con múltiples viajes, anuncios en prensa, entrevistas, crea una incipiente red de Representantes comerciales en las provincias que se considera son las de mayor capacidad adquisitiva y aquellas a las que llegaba la Televisión de acuerdo con el Plan Nacional de expansión de TVE. En aquella época, mi misión en la Empresa, era un tanto heterodoxa, dispersa, ya que en mis responsabilidades figuraban áreas tan dispares como la de Administración y Contabilidad, Dirección de Compras, e incluso pequeñas incursiones en el campo de las Ventas, llegando en algunas ocasiones a intervenir en cuestiones Técnico comerciales.

Como anécdota, un cierto día, los nuevos representantes de Navarra, se dirigen a nosotros indicando que en la vecina localidad de Estella, se celebra una Feria local, en la que tienen intención de exponer nuestros productos y que, por ello, verían con sumo agrado que un delegado de la firma asistiera a la inauguración y atendiera a los clientes. Bien, se planteó la incógnita. ¿A quién se podía enviar como Relaciones Públicas?, pues sin pensarlo mucho, se me envió para realizar este trabajo de embajador volante y me desplacé hasta esa bella localidad navarra, donde tuve que echar mano de todos mis recursos diplomáticos para evitar las consecuencias de la trampa que se escondía detrás de la invitación a la inauguración de la feria. Lo cierto es que lo que se pretendía era dejar constancia de una prueba de fuerza entre los componentes de la sociedad que nos  representaba en Navarra y el que, en realidad era nuestro representante y que residía en Guipúzcoa, posición que desde Barcelona se desconocía. El problema se solucionó a base de no dar pábulo a los comentarios de ninguna de las dos fuerzas enfrentadas, buena cara a todos los contendientes y, mediante las típicas conversaciones de pasillos, diluir las tensiones, aunar voluntades y, como consecuencia de todo ello convertir en un éxito lo que estaba destinado a un sonoro fracaso.

La exhibición fue un gran éxito comercial y de visitantes y se logró ya que nuestro stand era el único que había conseguido que se viera la televisión en directo  a pesar de que nuestra instalación no era la más espectacular pero sí fue la más práctica y lo que el público quería, en aquellas fechas, era tocar la realidad y eso se lo ofrecía la Empresa ALSI, lo que me produjo una sensación de alegría y orgullo de marca, pero, al propio tiempo me llevó a tener que dar explicaciones técnicas bastante superiores a mis rudimentarios conocimientos de la recepción de la televisión pero que, debido a que mis interlocutores tenían un nivel bastante inferior al mío, me permitió salir con bien del lance, obviar la encerrona y dejar sentadas unas bases que nos permitieron más tarde ser los líderes en aquel mercado.

En otra ocasión tuve que desplazarme a la hermosa ciudad de Granada, donde mi misión consistió en confirmar el nombramiento del nuevo Representante en la provincia y, al propio tiempo, aleccionar al mismo con los mínimos conocimientos técnicos de nuestros productos y adiestrarle en el cálculo técnico de una instalación de antena colectiva o comunitaria, atenuaciones de las líneas, ganancias necesarias, tipos de amplificadores precisos, cálculos en dB. etc. Por cierto que me invitó a comer una tortilla sacromonte que era una verdadera delicia para los sentidos.

Todo ello es, únicamente, una muestra de cuales eran, por aquel tiempo, mis tareas como Directivo de ALSI que abarcaban mucho más de lo que se acostumbra para cualquier persona que tenga a su cargo un área concreta dentro del organigrama de la Empresa. Pero ello me permitió adquirir una serie de conocimientos y experiencias de todo tipo, técnicas, comerciales, sociales que me han sido de gran utilidad en el desarrollo de mi vida en los años venideros.

Todo cuanto queda expresado trajo, como consecuencia, el que todos hacíamos de todo y por lo tanto tenia vigencia aquello de hombre de muchos oficios poco abarca y hubo que plantearse, muy seriamente, el delimitar las funciones de cada uno y crear un organigrama funcional de toda la Empresa que recogiera y ordenara las tareas de todos y cada uno de los distintos departamentos y cabezas visibles de los mismos sin interferir en las de los demás. Una de las primeras decisiones fue muy difícil para mí.

 Me explico: Un buen día los señores Don Adolfo, Don Joan y Don J. M. Balduera me citan para una comida de trabajo en la que deberemos tratar varios asuntos relacionados con el cargo que ocupo en la Empresa y llegando a los postres me hacen la siguiente propuesta:

D. Adolfo me plantea la siguiente cuestión:

- Jeroni, ¿A qué prefieres dedicarte además de la Dirección Administrativa? ¿A las ventas o bien al Departamento de Compras?

 Antes de que pudiera responder, Don Joan me dice:

- A  nosotros y en bien de la Empresa, consideramos que sería mejor que escogieses las Compras, pero, la decisión es solamente tuya.

Con ello, ya estaban jugando con mis sentimientos hacia la Empresa, hacia la persona de Don Joan ya que si entre ellos consideraban que, no por mis conocimientos o aptitudes, sino porque bajo su punto de vista era mejor así, mi capacidad de decisión quedaba muy mermada y por lo tanto debía escoger el Departamento de Compras ya que no podía, bajo ningún concepto, escoger otra cosa que aquella que me venía sutilmente predeterminada en la propia pregunta y en la observación de Don Joan.

Ellos sabían bien de mí, casi veneración, por Don Joan y que, por mi parte, sus propuestas eran siempre atendidas sin rechistar, por lo que jugaban sobre seguro y sabían de antemano cual sería mi respuesta.

Después de hacer mentalmente todas estas consideraciones y ver en sus rostros una cierta preocupación que no casaba muy bien con sus expectativas, respondí:

- A pesar de que mi inclinación natural es más acentuada hacia el campo de las Ventas, creo que para la Compañía, le seré más útil en la Dirección del Departamento de Compras y deje a Don J. M. Balduera todas las gestiones referentes a la Dirección Comercial y al área de Ventas.

Bien, en realidad mis palabras fueron algo distintas ya que dije:

"A mí nunca me ha gustado mucho viajar y si me quedo con la gestión de las ventas me veré obligado ha hacerlo por lo que prefiero las compras".

pero la respuesta real que estaba dando era la transcrita y así lo comprendieron mis interlocutores a pesar de que no lo comentaron.

Creo que, después de tantos años, aún resuena en mis oídos el suspiro de alivio que se escapó a todos los presentes al oír mi respuesta, lo que confirma mi opinión de que, como siempre, seguían jugando con todos nosotros y, además, con ello conseguían una lealtad  incondicional y a toda prueba, y ello siguió existiendo a lo largo de los años y no solo a los altos niveles de Dirección sino a niveles mucho menos encumbrados pero necesarios para sentirse mas seguros en sus decisiones.

Aún hoy me encuentro antiguos empleados de la Empresa que me comentan:

- Sí, es cierto que las cosas van muy mal, pero claro es que, si les dejo y voy a otra Empresa Don Adolfo tendría un disgusto y, después de tantos años... ya me lo pensaré...

Es un fenómeno muy difícil de analizar y que yo lo he bautizado como el "síndrome Greis", y que se produce como respuesta a cualquier situación más o menos difícil; cuando es necesario tomar una decisión drástica. Yo puedo hablar del tema con toda propiedad ya que he sufrido en mis carnes y aceptado las consecuencias de este "síndrome".

Hay una frase que me dijeron en las fechas de mi cese y que me ha hecho recapacitar sobre muchas de las cosas que acontecieron en estos largos años y es la siguiente:

Creo que, entre todos, hemos hecho mejor de lo que es a Adolfo y él se lo ha creído

Y, esta frase es de alguien de quien no se puede dudar de su afecto, cariño y lealtad hacia la persona de Don Adolfo y es que, es cierto, entre todos los que componíamos, ya en aquel entonces la Empresa, nos esforzábamos, como algo que era incontestable, en mejorar la imagen, tanto de Don Joan como de Don Adolfo, aunque Don Joan no lo precisaba. Esta es una cuestión que debe ser tenida muy en cuenta, a lo largo de todo mi relato, para poder analizar y comprender muchos de los acontecimientos que ocurrieron en la Sociedad.

A partir de aquel momento me convertí en el flamante Jefe de Compras, (hay que tener en cuenta que, en aquellos tiempos y en una empresa familiar, para dar un título a cualquier persona que reflejara la realidad del cargo, como hubiera sido el de Director de Compras, era algo casi impensable, ya que, a juicio de los dueños de la empresa, podría haber significado un aumento del ego del individuo y con ello una reclamación de mayor salario) mis atribuciones pasaron a ser las del Director de Compras, pero, como siempre, con las limitaciones que supone el que no dispongas de poderes notariales que respalden tus acciones.

Mis primeros pasos de dirigieron a la creación del necesario Departamento de Compras, con el fichaje de un "segundo" y una secretaria. La adquisición y de un equipo de telex y su contratación, la ubicación de la oficina y el montaje de la misma. Todo ello comportaba un gran esfuerzo personal ya que iba acompañado de la necesidad de seguir con el ritmo de las necesidades de la Empresa y, al propio tiempo, de la creación del Departamento. Fue difícil y adoleció de un defecto capital que posteriormente ha pesado como una losa sobre el Departamento, incluso después de que dejara de estar a mi cargo. Esa pesada losa era que nunca conseguí una verdadera autonomía en las decisiones, ni que el Departamento de Producción a través de su oficina de programación preparase debidamente las necesidades de materias primas, piezas, componentes, etc. con la suficiente antelación que nos 'permitiera llevar a cabo una labor moderna y eficaz.

El Departamento de Producción se quejaba siempre de roturas de stocks, cosa que era cierta, pero en lugar de intentar averiguar de donde provenía la causa, una pésima programación, era más fácil presionar para una mayor adquisición de productos aunque ello comportara un exceso de stocks y se llegara a extremos de disponer de primeras materias suficientes para la producción de más de un año y en cambio no disponer de un elemento determinado que impedía la fabricación del producto. Todo ello llevó a un incremento de los costos y a la inmovilización de activos financieros que cuando se llegó a la época de las dificultades económicas fueron determinantes, pero que en aquellos momentos apenas se notaban aunque fueron un magnífico caldo de cultivo para los problemas que explotaron algo más tarde.

Realmente estos fueron dos lastres que ha sufrido la Empresa desde casi sus inicios, aunque creo que uno es consecuencia del otro ya que las dificultades financieras no deberían de estar presentes en una Empresa que, en palabras de su Director Comercial J.M. Balduera, "no podía tener estadísticas de ventas ya que únicamente reflejaban la producción, pues se vendía todo lo que se fabricaba y siempre quedaban pedidos pendientes con plazos de entrega de dos y tres meses." Por lo tanto las dificultades financieras no podían provenir más que de tres causas:

a) Los márgenes de beneficios sobre ventas cada vez eran menores.

b) Una deficiente programación que obligaba a almacenar un exceso de primeras materias y de componentes,

c) Financiación de actividades extra-empresa que no tenían, en principio, nada que ver con Industrias Greis, pero que iban socavando su fortaleza económica.

Analizaremos someramente estas causas:

Los márgenes de beneficios en aquella época permitían que los Sres. Greis financiaran las pérdidas de los negocios particulares de sus hermanos y de su padre en sus fincas agrícolas y ganaderas, con cifras anuales de más de seis millones de pesetas (hablamos de la década de 1963 a 1973), cifras muy considerables que en el año 1986 equivaldrían al importe del promedio de ventas brutas mensuales. También permitieron crear una nueva empresa para otro de los hermanos que fue financiada íntegramente por Industrias Greis, con un valor de aportación inicial de cinco millones de pesetas de la época, para que el señor tuviera en que entretenerse ya que lo habían despedido de su trabajo por vago, aunque se disimulara con otros motivos que no viene al caso. Tales cifras son muy importantes, pero son totalmente ciertas y ello, forzosamente nos lleva a considerar que los márgenes de beneficios de la época eran muy altos, y me atrevería a decir que no solamente eran altos sino que eran extraordinariamente altos.

A todo ello hay que añadir que la política de los dirigentes de la parte fabril estaba muy lejos de practicar el ahorro y sí, en cambio, era mucho más fácil disponer de un gran sobrante de materias primas y componentes ya que así, cuando se producía una rotura de stocks, no tenían problemas para dar trabajo al personal, simplemente se cambiaba el tipo de producto a fabricar y en paz. Con ello se iban almacenando piezas y productos semi-elaborados que iban menguando la capacidad  y la disponibilidad de liquidez  y, como veremos más adelante, fueron causas de gravísimos problemas de todo tipo, social, financiero, comercial, etc.

No obstante, se conseguían verdaderos éxitos en las ventas, con crecimientos espectaculares, índices de crecimiento del orden del 40% al 60% anual, una penetración en el mercado nacional que llegó a cifrarse entre un 25% y un 30%, y todo ello disimulaba y tapaba todos los defectos que pudieran haber en la infraestructura de la industria, y mientras fuera posible seguir con los enormes gastos en ayudas a quienes no tenían, teóricamente, nada que ver con la Empresa, salvo su relación de parentesco, mientras fuera posible pagar comisiones de venta a ciertos altos ejecutivos entre los que, evidentemente no estaba incluido, si había que negar la posibilidad de entregar y estudiar los Balances, se daba como excusa que no había sido posible obtenerlos a tiempo por falta de suficiente personal administrativo, o bien se prometían para la semana próxima y no llegaba nunca esa semana... Y, lo que es peor, sin que el máximo dirigente de la Empresa pusiera coto a tales desmanes y si, en cambio, cerrara los ojos y participara económicamente de ellos.

Siempre se había afirmado que en Industrias Greis, S.L. los accionistas no repartían dividendos. Ello es total y absolutamente cierto, pero... Como siempre hay un pero; ¿No deberíamos considerar como reparto de beneficios las cantidades que se destinaban a sufragar las pérdidas de otros negocios de la familia que, tal como ha quedado reflejado anteriormente eran muy cuantiosos en sus importes?. O bien, ¿No podemos considerar como reparto de dividendos la compra de las viviendas de dos de los principales accionistas al contraer matrimonio?. Creo que esto formaba parte del mito que yo también contribuí a crear alrededor de los componentes de la familia Greis y, especialmente, como aureola de quien, al fallecer Don Joan Greis, más necesitaba esta imagen de buena persona, ya que no la podía tener como ejecutivo de alto nivel.
Lo cierto es que se repartían beneficios, no por la vía normal de la asignación de dividendos en función del capital, pero sí por otros caminos que fiscalmente no eran muy ortodoxos pero si eficaces y que permitían que la Empresa y, especialmente su Cúpula aparecieran como ejemplares tanto ante los ojos de sus empleados como a los de las instituciones patronales.

dimecres, 22 d’agost del 2012

CIUTADELLA EN FESTES - VIATGE ISTAMBUL (8)

  ACOTACIONS

 
L’any 2010 vàrem fer un viatge a Istanbul (Turquia) i després de visitar les magnifiques obres d’art que atresora aquesta ciutat a cavall entre Europa i Asia, com poden ser la Mesquita blava, el Palau Tokapi, Santa Sofia,  la cèlebre cisterna, etc..
Vam anar a visitar les Illes Príncipe, Excursió marítima per el Bòsfor, etc. etc..
Llavors recordant Ciutadella de Menorca, i els actes del 9 de Juliol, vam decidir anar a visitar La Torre GALATA, lloc que en el any 1558 van tenir presoners els captius de Ciutadella de Menorca quan va ser, pràcticament arrasada per els Turcs en una de las seves incursions com corsaris i bucaners
Tal i com el Capità Negrete descriu en l’anomenada ACTA DE CONSTANTINOBLA, l’heroi de la defensa de Ciutadella, van ser fets captius i traslladats a Istanbul essent presoners a la citada Torre GALATA. Encara que avui dia, i amb els segles transcorreguts ja no quede cap rastre visible i la torre te un restaurant i una magnifica vista d’Istanbul tant de la part europea com de la asiàtica. Crec que quan parlo de la sessió solemne de l’Ajuntament de Ciutadella el dia 9 de Juliol de cada any, val la pena afegir aquesta petita nota i les fotografies de la Torre.
TORRE GALATA
 
INTERIOR DE LA TORRE
 
 
 
POSTA DE SOL VISTA DALT LA TORRE
 

dijous, 16 d’agost del 2012

NOVELA - CAPITULO 2 (resto)


Llegué a mi domicilio loco de contento, había conseguido lo que buscaba. Un empleo digno, con un sueldo estimable y, lo más importante, trabajar con una personas que a mi entender y, a priori, merecían todos mis respetos y mi atención. Además tenía la promesa de que a los seis meses, si mi trabajo era lo satisfactorio que esperaban, recibiría un incremento de 6.750 pesetas anuales con lo que mis emolumentos totales pasarían a ser de 47.250 pesetas anuales equivalentes a un incremento del 40% respecto a mi sueldo actual y, lo que para mí era más importante, tenía la oportunidad de poner en práctica todo aquello que bullía en mi mente y las indudables posibilidades de aprendizaje en todas las técnicas y facetas de la dirección de empresas.

Mis padres me recibieron muy contentos por el éxito y sin poder esperar más me cambié de ropa y me fui a buscar a mi novia, hoy mi esposa, a la que, sin dejarle preguntar nada, le espeté, de sopetón, que en un plazo muy corto podríamos casarnos ya que había conseguido el aumento en mi salario que habíamos soñado, mediante el cambio de empresa. Le relaté, con pelos y señales, la entrevista, las ansias pasadas con la incertidumbre de si me aceptarían o no, porque, lo cierto es que, por mi parte, desde el primer momento me gustó la Empresa y el trato tan cordial, tan sencillo y tan amable  de D. Joan hacia mí, teniendo en cuenta que era la primera vez que me veía. Creo que, en aquel preciso instante, se inició una corriente de simpatía mutua, una empatía que posteriormente se convirtió en una fuerte y verdadera amistad que perduró muchos años.

Nos pusimos ha hacer planes, como dos enamorados que éramos, para una próxima boda y, efectivamente, a los dos años exactos y, precisamente un DOS DE MAYO celebrábamos nuestro enlace matrimonial.

Mis recuerdos de aquellos años son muy bellos, aunque no exentos de dificultades. Mi primer trabajo consistió en proceder a la facturación de las antenas interiores para televisión que se fabricaban, por primera vez, en Talleres Greis y que salían al mercado con fuerte ventaja sobre las de la competencia ya que era el primer y único modelo fabricado en materiales plásticos, lo que permitía un precio de venta mucho más bajo en relación con los demás modelos existentes en el mercado y, lo más importante, con un buen margen de beneficio. Ello hizo que, a pesar de la fuerte crisis que había desencadenado el Plan de Estabilización de 1959, se pudiera sobrevivir y afianzarse como Empresa. No obstante no todo eran "flors i violas" como dicen en mi país; recuerdo una anécdota que nos puso los pelos de punta y que fue mi primer enfrentamiento con la Banca y con los problemas de falta de liquidez, los agobios de la falta de efectivo en la Empresa y que, desgraciadamente, con el tiempo se reprodujeron y, ¡de qué forma!, sin tener las posibilidades de que disponíamos en aquel momento, pero esto es adelantar acontecimientos y debo ceñirme a la cronología de mi historia.

Había llegado el mes de septiembre y teníamos concertada una póliza de crédito de 750.000 pesetas con el Banco Hispano Americano, póliza que se renovaba anualmente y que se utilizaba de colchón  para poder soportar la financiación a nos obligaba nuestro principal cliente, la firma de la que yo procedía, que nos obligaba a esperar 90 días para los cobros a de nuestras facturas sin permitirnos girar a través del Banco su importe. Pues bien, el día 3 de septiembre recibimos una comunicación del citado Banco en la que nos conminaba a proceder a la cancelación del importe del saldo de la póliza en un plazo de 15 días, ya que había vencido y no aceptaban la renovación tal y como se había efectuado normalmente sin ningún tipo de objeción.

Ante esta perspectiva debo señalar que el saldo acumulado de todas nuestras cuentas bancarias ascendía a poco más de 20.000 pesetas lo que no nos permitía ningún tipo de operación de espera. Llamamos urgentemente a nuestro asesor económico D. J.M. Balduera para estudiar las distintas opciones de que disponíamos y después de mucho pensarlo se llego a la conclusión de que la única opción era conseguir que nuestro cliente nos aceptara algunas letras de cambio, por el importe de las facturas pendientes de vencimiento en lugar de esperar al pago por reposición a que nos tenían sometidos y que era su habitual forma de pago. Por aquellas fechas, dicha firma, mantenía un saldo medio, a nuestro favor, de alrededor de los dos millones de pesetas, lo que cubría, sobradamente, nuestras necesidades y el saldo dispuesto del crédito.

Después de fuertes discusiones y gracias a la medición de D. Joseph Greis, a la sazón Director Comercial de la firma FRANCOSA, nuestro mencionado cliente, aceptaron, no solamente las letras que proponíamos para solucionar nuestro conflicto, sino que, ¡Oh milagro!, nos autorizaban cambiar el sistema de cobro y pasar, definitivamente al sistema de giro a 90 días fecha factura, con la consiguiente facilidad de proceder al descuento bancario del mismo y disponer de la liquidez necesaria para el normal desarrollo de la Empresa.

Bien, con las letras en la mano nos personamos en la oficina del B.H.A. y solicitamos una entrevista con el Director de la sucursal. Nos recibió de inmediato y le expusimos el motivo de nuestra visita y cual no sería nuestra sorpresa cuando, sin inmutarse lo más mínimo nos dijo que no debíamos preocuparnos pues todo había sido un error y  que él no había dado ninguna orden en el sentido de cancelar el crédito y que no se explicaba como nos había llegado una carta de tales características. Nuestra indignación, a la par que alegría, iba in crescendo; la carta en cuestión estaba firmada por el propio Director de la sucursal y por tanto mal podía ser un error de algún empleado como nos dijo, lo que evidentemente no nos creímos. Estaba más claro que ser trataba de una maniobra referida a aquello tan manido de que los Bancos te ofrecen el paraguas cuando hace sol y te lo piden al nublarse el tiempo, pero, a la postre, se había conseguido parar el golpe y al propio tiempo se había solucionado un problema de falta de liquidez crónica.

La rentabilidad de nuestro nuevo producto, las antenas de televisión de interior, era muy elevada y, tanto era así, que nos permitió decidirnos, casi de inmediato,  a la compra de unos nuevos locales en las afueras de Barcelona lo que nos permitiría disponer del espacio necesario para crear una factoría que respondiera a las exigencias del incipiente mercado de la televisión, las antenas para auto radio. El mercado de la televisión exigía una apreciable capacidad de producción y ello se conseguía en los nuevos locales.

Una vez en ellos se estudió la posibilidad de expansión del negocio mediante la fabricación de toda la gama de productos necesarios para la televisión, antenas, amplificadores de antena, derivadores, distribuidores, etc. todos los accesorios precisos para este novísimo mercado. No obstante, se creyó oportuno, en frase afortunada de D. Joseph, en este mercado ya está casi todo inventado y lo más importante es llegar a tiempo.

Llegados a esta conclusión y una vez conseguida la compra de los nuevos locales, se procedió, de inmediato, a establecer negociaciones con los posible suministradores de tecnología que nos permitiera iniciar, con la mayor brevedad posible, la fabricación de los nuevos productos.

 A lo largo de unas semanas se iniciaron conversaciones con algunas firmas europeas del ramo y finalmente se llegó a un acuerdo con la que, en ese momento, era la segunda firma, en importancia, en Alemania. Se trataba de  Alfred Sihgen Jr, KG, cuya marca ALSI se añadió a la nuestra formando con ello una nueva División de Ventas que se denominó DIVISION  ALSI-GREIS.

Durante las negociaciones se desplazó hasta Barcelona un Ingeniero de la firma ALSI que llevaba consigo un maletín de documentos de gran tamaño y que no soltaba de la mano en ningún momento. Se sentaba en la mesa de negociación, muy serio, con un semblante adusto y vigilando siempre el maletín. Tan pronto como se estableció la firme posibilidad de llegar a un acuerdo y con ello a la firma del contrato de licencias de fabricación nos desveló el secreto; se trataba de los planos que constituían la primera entrega de la documentación necesaria para nuestra Empresa. A pesar de ello, no lo soltaba prácticamente de la mano hasta el momento en que se procedió a la firma del contrato y a partir de ahí lo entregó todo. Todo este sigilo y hasta desconfianza se desvaneció con la firma y se paso a un agradable ambiente, todo sonrisas y brindis por la culminación del proyecto.

D. Adolfo se impuso la tarea conjuntamente con su hermano Joan de conseguir, en un tiempo récord, la fabricación de los útiles, moldes, matrices y una primera serie de prueba de las piezas metálicas y de material plástico necesarios para la puesta en marcha de la fabricación de los primeros modelos para el mercado español de las antenas ALSI-GREIS y, tan firmemente se lo propusieron y se dedicaron en cuerpo y alma que, en un plazo de ocho meses se disponía del material necesario para la fabricación de todos los modelos de antenas previstos en el acuerdo con la firma ALSI, provocando a un tiempo la admiración y la sorpresa en los Directivos alemanes que no podían admitir en sus cabezas que una firma, española por mas señas, consiguiera tal grado de formalidad en sus afirmaciones. En realidad no lo creyeron hasta que en un viaje a Barcelona comprobaron, por si mismos, la realidad de cuanto se les había comunicado por carta.

Este fue, sin duda, uno de los primeros hitos en la transformación de la pequeña empresa familiar en una gran Sociedad. Eran los tiempos del gran despegue económico de la Compañía.







divendres, 10 d’agost del 2012

NOVELA - CAPITULO 2 (parte)




2



Al volver de la mili con renovadas ansias de iniciarme en la administración de la empresa privada, me encontré con que la plaza de Jefe de Contabilidad que me había sido prometida en la empresa en que había trabajado hasta entonces no podía tenerla, ya que a pesar de la idea que me había sido comunicada antes de mi marcha obligatoria, de que se iba a proceder a una reestructuración del grupo de empresas y de las muchas promesas que se me habían hecho, no se había procedido aún a la referida reestructuración y segregación del grupo de empresas y, por lo tanto, debía seguir en mi puesto de Oficial de primera Administrativo. Esto no era lo previsto y yo no lo podía aceptar ya que consideraba que se trataba llana y simplemente un incumplimiento de lo acordado.

En aquellos momentos mis ilusiones, como las de cualquier joven de mi edad, en los finales de la década de los años 50, era la de ahorrar lo suficiente para poder casarse y establecer una familia. Para ello era imprescindible el conseguir un empleo mejor remunerado, ya que no existía el problema de la obligatoriedad del servicio militar,  ya cumplido, con la consiguiente mejoría en la disponibilidad para la empresa. También, y quizá lo más importante, un puesto con posibilidades de ascensos a cargos de responsabilidad en el futuro. Todo ello se derrumbaba como un castillo de naipes y no lo podía aceptar.

Decidí que lo primordial era cambiar de trabajo. Se me había hecho, o por lo menos yo lo consideraba así, una jugada y por lo tanto se imponía un cambio de aires, así que, dicho y hecho; Sin encomendarme a nadie, empiezo a escribir a los anuncios de La Vanguardia Española (en aquella época se llamaba así) y, al propio tiempo se lo comunico a mi Jefe con el fin de que, si me surgía alguna cosa, poder marchar de inmediato sin esperar al plazo reglamentario. Por suerte, en aquel tiempo no era demasiado difícil encontrar empleos mejor o peor remunerados.

No lo esperaba y tuve la sorpresa de que en la conversación con mi Jefe D. Miguel Jaunat, me reconoció que tenía mucha razón al querer marchar y que, por su parte, también me ayudaría e intentaría encontrarme algún tipo de trabajo que pudiera ser de mi interés. Consideraba, me dijo, que tenía aptitudes para poder estar haciendo trabajos de superior categoría y responsabilidad que los que desempeñaba allí.

Al cabo de pocos días me llama a su despacho y me dice:

- Jeroni, creo que tengo algo muy interesante para ti.

- Don Miguel, me alegra oírle y espero sea cierto lo que me dice, por favor, siga Ud.

- Nuestro Director Comercial Don Joseph Greis, me ha hablado de que necesitan un joven administrativo, con sólidos conocimientos de contabilidad, para su empresa y, ciertamente, he pensado de inmediato en ti. ¿Qué te parece esta oportunidad?.

Algo en mi interior me dijo que aceptara y, lo cierto es que no lo pensé dos veces y le respondí casi sin dejar que terminara de hablar.

- Don Miguel:  ¿adónde hay que ir? ¿Cuándo debo presentarme? ¿Cuánto pagan?

Las preguntas me salía de forma atropellada, una sobre la otra, tanto fue así que incluso me preguntó a su vez:

-¿No sería prudente que primero escuchases la oferta y supieras quienes son, qué tipo de empresa es, cuantos trabajan en ella, etc.?

- Sí, es cierto y como siempre, lleva Ud. razón. Pero, por favor, respóndame Ud. mismo a los interrogantes que ha planteado, puesto que, mejor que nadie, conoce las respuestas.

- Bien, se trata de una empresa pequeña, son aproximadamente 10 o 12 empleados si contamos a los hijos del Sr. Greis, pero creo que puede ser muy interesante ya que, a mi entender, están tocando unos artículos con mucho futuro y, además, ten en cuenta que te puede representar un incremento de tu retribución de casi el 40%. Mi consejo es que vayas a verlos y ya me dirás tu resolución.

Efectivamente aquel mismo día contacté por teléfono con la empresa Talleres Greis y quedé citado para el lunes siguiente por la tarde. Ello significaba que tenía cuatro días por delante para preparar la entrevista y pensar en si era o no de mi interés.

Inmediatamente y como primera providencia solicité un informe comercial de Talleres Greis, con un resultado francamente bueno, y lo comenté con mis padres, quienes me aconsejaron que me asegurase bien de quienes eran y de las posibilidades que podía tener esa Empresa. Mi madre, algo más conservadora, temía que dejara una gran empresa para entrar en una pequeña, ya que se tenía un concepto de seguridad en el trabajo que iba fuertemente ligado al tamaño de la empresa, lo que con el tiempo, se ha demostrado que tiene poca o ninguna relación y es un concepto bastante falso. A pesar de ello, aceptaron que me entrevistara y que decidiera según mi propio criterio y de acuerdo con la opinión que me pudiera formar con el trato personal. Por suerte para mí, mis padres me habían dejado siempre libertad para escoger lo que me pareciese mejor para mi persona, evidentemente después de haber escuchado todos sus razonamientos en pro y en contra, pero la decisión final era solo mía, con todas sus consecuencias para bien o para mal.

Y llegó el lunes por la mañana y mi Jefe inmediato, D. Lorenzo, me llamó a su despacho y me advirtió que si mi decisión era ir a trabajar a aquella empresa tuviera en cuenta dos cosas muy importantes, a saber:

Me dijo:

- Los Sres. Greis son muy buenas personas pero tienen un pequeño defecto, son bastante tacaños, dicho de otra manera, como se dice en Cataluña, "de la Verge del puny"  pero, por otra parte, piensa que puede ser la oportunidad de tu vida.

Creo que siempre, a partir de aquel momento, he tenido presentes en mi mente estas observaciones que venían de una persona de la que puedo decir que es una de las tres personas que más me han impresionado, por su humanidad, en el más amplio sentido de la palabra, en toda mi vida.

Puntualmente me presenté en las oficinas de Talleres Greis y me recibió el pleno de la Empresa. Estaban presentes D. Joseph Greis, sus hijos  D. Jorge, D. Joan y D. Adolfo, además estaba presente su Encargado General D. Sadurní Diumenge, (con el tiempo sería el Director de Fábrica) y se inició un interrogatorio al que supongo mis respuestas serían convincentes ya que, al cabo de unos pocos minutos, había sido contratado y en firme, es decir, sin el normal período de prueba.

De aquella entrevista me han quedado grabadas en la memoria, de forma indeleble, dos cosas:

D. Joseph Greis me comentó: Muchacho, si eres la persona que espero, ten en cuenta que en esta casa, si la Empresa crece también crecen sus empleados y por lo tanto puedes llegar hasta donde llegue la Compañía.

Por otra parte D. Joan me mostró un Balance de la Empresa que, curiosamente abarcaba catorce meses en lugar de un año y que mostraba unas ventas de 3,2 millones de pesetas, lo que me demostraba que, verdaderamente, era una muy pequeña empresa.

A pesar de ello tuve confianza inmediatamente en que había grandes posibilidades de que llegara a ser una gran compañía, sin dudarlo acepté el puesto de trabajo que me ofrecían y fijamos las condiciones de salario mensual que, en aquellos tiempos constituía una muy buena remuneración, ya que ascendía a 3.000 pesetas netas por trece pagas y media, es decir, 40.500 pesetas anuales exentas de impuestos. Fijamos asimismo que mi ingreso sería el 2 de Mayo de 1.959. (Esta fecha ha sido muy significativa a lo largo de mi vida. La primera de ellas mi boda en un 2 de mayo y en otras ocasiones he tenido muy fuertes emociones en tal fecha).

dimarts, 7 d’agost del 2012

NOVELA . CAPITOL - 1


1



Las fiestas de Navidad acostumbran a ser, en todos los hogares, fiestas de paz, de alegre colorido, de reuniones familiares, pero en esta ocasión no fueron así para el protagonista de esta historia y así lo cuenta él mismo.

Cuando llegué a mi casa estaba exangüe, aniquilado, moralmente destrozado, aquella última mañana en la oficina había sido una catástrofe. El Presidente de la Compañía no había querido aceptar mis tesis sobre la posibilidad de que el nuevo D.G. estaba preparando la liquidación de la Sociedad y ello me había llevado, sin otra alternativa posible, a presentar mi dimisión de forma irrevocable y a muy corto plazo.

Después de más de treinta  largos años al servicio de la Compañía, en mi mente, solo quedaba como recuerdo el amargo sabor de ver que no se tenía en cuenta para nada la labor de tantos años, realizada con la abnegación y sacrificio que solo saben poner aquellos que realmente tan solo piensan en como mejorar y salvar la Empresa de tantos y tantos peligros que la cercan en estos difíciles años de crisis.

Mis sentimientos eran una mezcla de rabia y de pesar. Rabia por no poder llegar a explicar mis temores, mis recelos, mis teorías referidas a la situación de la Empresa y la forma de corregirla. Una sensación de pesar ya que, bajo mi punto de vista, se estaba procediendo a una operación que terminaría en la liquidación total y definitiva de la Empresa y ello a espaldas del Consejo de Administración, debido a la ceguera, incompetencia y obstinación de su Presidente.

Con este ánimo y esta tensión abría mi periodo vacacional de las fiestas de Navidad. Mi esposa al recibirme con su habitual y cariñoso beso de bienvenida notó, con su gran sensibilidad femenina que algo no funcionaba bien. Mi ceño fruncido no se correspondía con la ocasión y tirándome de la lengua quiso saber las causas. Aunque hubiera querido no  habría sido posible ocultarle la verdad. Su intuición es tal que, casi antes de que haya atravesado la puerta de mi domicilio ya sabe adivinar cual o cuales son mis humores, sean buenos o malos y ello, siempre, siempre, a pesar de que yo trate de evitar que se puedan traslucir mis sentimientos.

Para poder comprender cuanto queda dicho es necesario que retroceda unos cuantos años hasta el momento en que, debido a la marcha de un personaje que fue denominado con epítetos tan malsonantes como  los de "traidor" o "directivo funesto" y otros de similar concepción soy encumbrado de forma más o menos oficial a la Dirección Administrativa y Financiera de la Compañía y me son otorgados poderes notariales, no reales, de tal amplitud que en la práctica y, especialmente, de cara al exterior, me convierto en el número dos de la Empresa. No obstante, debo insistir de forma muy clara e indudable, que todo ello es más puro formulismo que real ya que en todo el período que siguió no tuve, casi nunca el poder efectivo en mis manos. Solo era aparente, de cara a la galería. y con el fin de poder evitar, a otras personas, los desplazamientos a Madrid, a Bancos, Centros Oficiales, etc. .

Con todo mis responsabilidades han aumentado hasta extremos que podría denominar de peligrosos ya que, jurídicamente tengo la responsabilidad y el poder, pero, en realidad, no hago más que ser la persona que pone su firma y, además da la cara físicamente, para todas aquellas relaciones, operaciones, entrevistas y demás operativos de una Empresa a los que no quiere asistir el Presidente de la Compañía debido a su proverbial timidez, introversión y falta de confianza en si mismo. En muchas ocasiones sus colaboradores más próximos le hemos oído frases como:

- Yo no sé presentarme ante tal personaje, que vaya otro.        ó bien:

- Si lo hace Ud. adelante, a mí... no me meta en estos berenjenales.  
                                                                                                                 Ante este talante es casi imposible desligar una función de otra y como consecuencia de ello empiezan a aparecer mis fotografías en revistas económicas, en las revistas especializadas del sector, y ello, con titulaciones que nunca me he adjudicado y soy totalmente consciente de que no son ciertas pero, debido a que soy la CABEZA VISIBLE, los periodistas deducen cargos que, a pesar de que los estoy representando de facto, realmente no los poseo.

Esto y otras razones que se verán más adelante, me lleva a intentar convencer al Presidente y al resto de los Directivos, de la ineludible necesidad de contar con un Director General o Gerente de la Compañía que administre la Sociedad y que pueda llegar a poner orden en la gran anarquía que por desgracia existe.

Cuando en la reunión de Directores y Accionistas convocada al efecto me permiten exponer mis teorías me encuentro con que, a pesar de mi expresa prohibición, el Director Comercial presenta mi candidatura al cargo de Director General, ello dentro de un programa que se puede considerar como bastante coherente y que llevaría a la Compañía a unos sistemas de gobierno basados en un esquema que consistiría en:

 PRESIDENTE DEL CONSEJO

CONSEJERO DELEGADO (no-accionista)

DIRECTOR GENERAL EJECUTIVO

Este D.G. debería ser promovido al cargo entre el personal Directivo. Este esquema tendría la ventaja de que no se precisaría recurrir a personal ajeno y por lo tanto la fórmula sería una de las menos onerosas económicamente hablando.



Vistos estos planteamientos se produce un fuerte debate en el que se mezclan la sorpresa por parte de algunos directivos, con la incredulidad de otros. No obstante, y a mi pesar, se llega al acuerdo de convocar una nueva reunión para la siguiente semana donde se estudiará a fondo la propuesta y, en su caso, se someterá a votación.



Durante toda la semana la actividad es febril, a toda la marejada que levanta esta propuesta se suma la negativa por parte de Gil Galcero a aceptar la D.G. con lo que Ricardo P. Bardo, temiendo que su propuesta se pueda perder, centra todos sus esfuerzos en conseguir que Galcero acepte logrando al fin que de una forma, hasta cierto punto condicional, dé su consentimiento. Una vez conseguido éste, se lanza abiertamente a convencerme a mí de que acepte pues, según él, es la mejor solución.



Mis dudas son enormes y por ello, después de pensarlo muy a fondo llego a mi propio convencimiento de que vistos los condicionantes en que se mueve la Compañía y teniendo en cuenta, además, que no me sería posible poner en práctica muchas de mis ideas para la Dirección de la Empresa decido negarme a la propuesta de ser nombrado Consejero Delegado y a mi vez sigo insistiendo para que se contrate un Director General a ajeno a la Compañía, un profesional en la materia, ya que considero que a pesar de que esta fórmula sea algo más dura, económicamente hablando y por descontado que emotivamente también es mucho más difícil de aceptar, creo sinceramente que es la mejor solución para lo que, en definitiva queremos, la salvación de la Compañía.



Esta decisión precipita los acontecimientos y después de una tormentosa sesión del Consejo Asesor de la Presidencia  se llega al acuerdo de contratar una Compañía de Selección de Personal para la búsqueda y posterior contratación de la persona que deberá ocupar el puesto de Director General de la Compañía y que, por tanto, estará por encima de todos nosotros en el nuevo organigrama de la misma.



La nueva propuesta presenta una serie de dificultades jurídicas que hay que subsanar pero que, finalmente se vencen y se llega al consenso de un organigrama que en sus principales cargos se define así:



JUNTA DE SOCIOS

 CONSEJO DE ADMINISTRACION

PRESIDENTE DEL CONSEJO

CONSEJERO DELEGADO

DIRECTOR GENERAL

DIRECTORES DE AREA



Después de tan árduas, difíciles e incluso desagradables negociaciones llega el momento de poner manos a la obra y, por lo tanto de llegar a dejar la Compañía en manos de un profesional, ajeno a la misma, que pueda manejar tanto los asuntos propios de una empresa con más de 1.500 millones de pesetas de ventas anuales, como a los ejecutivos que ya existen y que, naturalmente no se dejarán dominar muy fácilmente. A pesar de ello, tengo una cierta sensación interior de haber conseguido liberarme de una serie de problemas personales e incluso de ciertos problemas de conciencia que me permitirán trabajar en las tareas propias de mi Departamento con una mayor dedicación y, en definitiva, lograr un rendimiento superior al poder concentrar mis esfuerzos en la coordinación del área administrativo - financiera.



Durante todo el tiempo que ha durado la negociación relatada me veo obligado, como es lógico, a redoblar mis esfuerzos por alcanzar los objetivos que nos habíamos propuesto y que no eran, precisamente, sencillos de lograr. Estos objetivos pueden resumirse básicamente en dos partes muy bien delimitadas, pero que son complementarias la una de la otra y además no pueden ser separadas ya que no serviría de nada la consecución de una sola de ellas. Podemos decir que se trata de una especie de hermanos siameses que no pueden ser separados quirúrgicamente ya que sus partes vitales son comunes a ambos. Se trata de conseguir, en un plato de la balanza, que las deudas institucionales (básicamente Impuestos no pagados y cuotas empresariales de la Seguridad Social) tengan un tratamiento benévolo por parte de la Administración del Estado y nos sea concedida una moratoria, lo más larga posible, para su pago y, desde luego, de un plazo no inferior a tres años. En el otro plato de la balanza hay que conseguir que la Generalitat de Catalunya acepte ayudar a la Compañía con un instrumento de tal naturaleza que permita aliviar las tensiones de tesorería y, al propio tiempo, relanzar las inversiones necesarias para poder iniciar la fabricación de los productos de alta tecnología que se están, hasta cierto punto, quedando congelados por falta de recursos financieros.

Ante estos planteamientos creemos necesario repartir la tarea mediante la solución de encargar parte de la misma a determinados Asesores externos que puedan, además de establecer la estructura básica de los innumerables informes, proyectos, solicitudes... a presentar, también su acondicionamiento y presentación en la forma y manera aceptables por las distintas Administraciones Públicas, ya que por nuestra parte nos es casi imposible atender al trabajo mecánico del día a día y al propio tiempo a la ingente tarea de establecer los memorándums, cuadros estadísticos, previsiones, etc. que conlleva un plan de estas características y que, partir de ese momento denominamos con el pomposo nombre de PLAN DE VIABILIDAD y que posteriormente transformaremos en el de PLAN DE PROMOCIÓN Y VIABILIDAD que, a mi entender es más ilustrativo de su contenido. A mí me reservan o mejor dicho, me imponen, la parte del trabajo que requiere de las relaciones personales con los distintos estamentos de las Administraciones tanto la Estatal como la Autonómica, con los distintos Ministerios, Consellerías, Direcciones Generales y demás entes. Ello es debido, como siempre, a que quien realmente debiera realizar este cometido no quiere,  o considera que no está suficientemente preparado para ello. No deseo cansar al lector con el detalle de las incontables visitas, citas, llamadas a los distintos Departamentos de la Administración, los viajes a la capital del Estado, a las Consellerías de la Generalitat, con momentos de euforia por la posibilidad de la consecución de algún logro importante, seguidos de estados de ánimo depresivos por la demora en las respuestas, en los presente tal o cual documento, y en fin, al ver que no se consigue la rapidez que, por otra parte, es imprescindible para la Compañía.

No es posible imaginar la cantidad de ocasiones en que has creído resuelto un problema relacionado con una posible subvención, que parece que ya está conseguida y que tienes, o crees tener, ya en la mano y en el momento en que estás ya anímicamente predispuesto a celebrar interiormente su consecución, resulta que a través de cualquier funcionario de segundo o tercer orden te sueltan el jarro de agua fría pues falta el documento equis y lo que parecía seguro ya no lo es.

Cuando menos te lo esperas te encuentras, en cualquier ventanilla, con que te comunican noticias como el siguiente diálogo del que solamente he eliminado los nombres propios. Creo que no tiene desperdicio:

- Señores les hace falta presentar un certificado conforme están al día en los pagos a la Seguridad Social.

- Pero si se lo presente hace ya tres meses y estaba completamente conforme.

- Sí, pero claro, pueden Uds. haber dejado pendiente de pago una de estos tres últimos meses y por tanto no sería posible el certificar delante de la Pagaduría del Ministerio de Hacienda que se cumplen todos los requisitos para la resolución favorable del expediente. Lo siento pero no puedo tramitarlo hasta tanto no me entreguen el certificado actualizado.

Y otra vez vuelta a empezar el peregrinaje por las distintas oficinas públicas para conseguir el ansiado documento que permita, de una santa vez, iniciar al Plan previsto. Y, claro, si pasara una sola vez, pero lo normal es que ocurra en muchas ocasiones para desesperación de quien tiene la obligación de seguir adelante y conseguir el objetivo primordial. Seguir existiendo.






dissabte, 4 d’agost del 2012

NOVELA
























ESPLENDOR Y DECADENCIA





LOS GREIS

UNA EMPRESA FAMILIAR



















Tomas J. Analper







PROLOGO

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Esta es una historia en parte realidad, en parte ficción, que no tiene otra pretensión que la de descargar a su autor de un peso importante que tenía sobre sus espaldas desde que, por distintos motivos, dejó de prestar sus servicios en la industria privada, para dedicarse a su gran afición que es la de poder disponer del tiempo suficiente para escribir.

El hecho de encontrarse por primera vez cesante, en el paro, haciendo gestiones para el cobro de las subvenciones o mensualidades por estar sin trabajo, las largas colas para cualquier trámite le dejaron una huella bastante profunda, que se intuye y adivina a lo largo de toda la historia.

Es difícil reconocer que, de golpe, has dejado de estar en la cima y has pasado a ser, solamente un número, un parado más de los muchos que se encuentran hoy día en esta situación. Has dejado de tratar a ejecutivos, a altos funcionarios, políticos, ministros, empresarios, etc. y te encuentras en medio de la selva, de la jungla ciudadana y no estás entrenado para moverte en ella desde esa posición.

Quien no haya vivido esta experiencia no puede saber de lo que estoy hablando. Es una experiencia muy dura. En muchos momentos estuve a punto de arrojarlo todo por la borda y abandonar, buscar cualquier tipo de trabajo y seguir como siempre, donde estaba,  de donde, según algunos, no debía de haber salido jamás.

Pero hoy me alegro de no haber hecho caso de esos cantos de sirena y haberme dedicado a lo que me gusta, por primera vez en mi vida, hacía y hago, realmente, lo que me gusta y fruto de ello esta historia, hasta cierto punto algo biográfica, en cuanto a las situaciones, pero nunca en cuanto a los personajes que son fruto de la imaginación

A pesar de que, tal vez algunos de los personajes de la ficción puedan establecer algún tipo de parecido con personas reales e incluso con amigos del autor, ello no representa, en absoluto, una descripción de personas, actitudes, filosofías, etc. de ninguna persona en particular, aunque, sí es cierto, que en conjunto, intento describir el clímax en el que me desenvolví durante muchos años de mi vida y que son, en algunos momentos, casi como están esbozados en este libro.





En cierta forma debería decir como el poeta:

                                En este mundo traidor

                                        nada es verdad ni es mentira

                                        todo es según el color,

                                        del cristal con que se mira

                                                                     (Góngora)



No quiero que esta historia pueda ser interpretada como un juicio a mis personajes, hay que tener en cuenta que no son más que eso, personajes de ficción, producto de la imaginación y partes necesarias, imprescindibles, como decorado del ambiente que se trata de representar.

Dicho esto, amigo y creo que paciente lector, le dejo con la historia de la familia de los Greis, que tiene sus momentos duros, sus momentos dramáticos, y también, como no, sus momentos de felicidad e incluso alguna pincelada de humor. No dejan de ser unas páginas que intentan describir una época en una de tantas empresas de nuestro país, felizmente superada y que es difícil pueda volver. Las condiciones en que se desenvolvieron eran fruto de la especial situación en que se desarrollaba la economía y el entorno social en plena Dictadura  y, por lo tanto, en una situación de  inicio de recuperación económica, se han iniciado unas tímidas aperturas de fronteras, una cierta relajación en la represión política, y,  en fin en un inicio de mejora social en la que había una cierta necesidad de aparentar ser algo más que el vecino y por lo que  todo lo que se fabricara era vendible ya que apenas existía competencia y donde no se respetaba demasiado al obrero ya que no existían demasiadas leyes sociales y sí unos gerifaltes que mandaban  demasiado y normalmente de forma injusta, lo que favorecía en gran  manera el desarrollo de grandes fortunas a costa de los bajos salarios y las deficientes prestaciones sociales.

Y no olvido, para cerrar este prólogo las palabras de  Calderón de la Barca:

                      ¿Qué es la vida? Un frenesí.

                                     ¿Qué es la vida? Una ilusión

                                     una sombra, una ficción,

                                     do el mayor bien es pequeño;

                                     que toda la vida es sueño,

                                     y los sueños, sueños son..



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