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El día 24 de septiembre,
festividad de la Virgen de la Merced, fiesta patronal de Barcelona, hizo un
tiempo espléndido, lució el sol y realmente contrastaba la temperatura con la
de las jornadas anteriores que habían sido más precursoras del invierno, que
del otoño que comenzaba. Por la mañana invitaba a salir a pasear por la ciudad casi
vacía, como era normal los días festivos, pero... este día de la Merced tenía
unas connotaciones especiales para algunos de los ejecutivos de Industrias
Greis, ese día, a las 10 horas de la mañana teníamos una sesión de trabajo en
casa del abogado que nos había recomendado Balduera y atendía por José L.
Grande
Salí de casa sobre las 9.15
de la mañana y me dirigí a las oficinas del señor Grande, sitas en una edificio
del ensanche barcelonés, donde unos minutos antes de la hora fijada para la
reunión fuimos llegando los Sres. Adolfo, Jorge, Diumenge, Balduera, y yo
mismo, además de nuestro asesor para temas laborales, el también abogado D. J.
Abelsar.
La sesión se inició
puntualmente y una vez sentados alrededor de una gran mesa
ovalada y efectuadas las presentaciones, el Sr. Grande se dirigió a Don
Jorge y con una extraordinaria dureza le formuló la misma pregunta que le había
expuesto, yo mismo, en su despacho de
Greisman Plástica. Dijo así:
-
Sr. Greis, respóndame, por favor, con la verdad, sin
medias tintas, ¿se han hecho pelotas?.
-
No, no se ha hecho ninguna, responde Jorge, pero
creo que hoy y aquí hemos venido a tratar otros temas...
-
Perdone que insista .le interrumpe Grande, ¿De
verdad que no se han hecho “pelotas”?. Es muy importante el saberlo, no tanto
el hecho en sí, si se han hecho lo
tendremos en cuenta en el planteamiento de la estrategia general y nada más,
por lo tanto, se lo pregunto una vez más. ¿Se han hecho o no?.
-
Ya le he dicho que no. No acostumbro a repetir mis
respuestas.
No
comprendía muy bien la arrogante postura de Don Jorge pero callé y decidí
seguir escuchando a la espera de acontecimientos.
Por
otra parte he insistido mucho en relatar este tema de las letras de favor, “pelotas”
en el argot comercial, ya que posteriormente tendrá mucha importancia en la resolución
de la crisis planteada.
El
Sr. Grande, en vista de la rotunda negativa de Don Jorge, prosiguió:
-
Vamos pues a estudiar los hechos y mas tarde veremos
las posibles soluciones. No podemos olvidar que, por ahora, se trata solamente
de un problema económico y por lo tanto a estos problemas siempre se les pueden
hallar soluciones más o menos factibles. Por ello seguiré haciendo una serie de
preguntas que, les ruego no consideren ni impertinentes ni como un deseo de
conocer temas que, tal vez, podrían parecer más o menos íntimos para la familia
Greis. Se trata, únicamente, de que pueda hacerme una idea lo más cabal y justa
posible de todo el asunto para poder obrar en consecuencia y aconsejarles,
desde el punto de vista legal, de la mejor manera posible. Bien, una vez
aclarado este punto, prosigamos.
-
¿Las deudas se circunscriben a Proveedores y Bancos
o están implicados también la Seguridad Social y la Hacienda Pública?
Responde Jorge:
-
También existen deudas con la Hacienda Pública y con
la Seguridad Social.
-
Veamos, las deudas institucionales, es decir, las
deudas con la Seguridad Social y con la Hacienda Pública. ¿Figuran en la
contabilidad como tales deudas?
-
No. Simplemente se han dejado de pagar los
Impuestos.
-
¿Qué impuestos?
-
No le entiendo. ¿A qué se refiere?
-
Son impuestos como el I.T.E., como el Impuesto sobre
Sociedades, o ¿También se ha dejado de pagar la liquidación trimestral del
I.R.P.F. retenido?
-
Son todos los que has indicado –a partir de este
momento empezamos a tutearnos todos y, en especial, los dos protagonistas del
interrogatorio- Tanto el I.T.E., como el I.R.P.F. y, por descontado, el
Impuesto sobre Sociedades.
-
Uff... Esto ya empieza a ser más grave, aquí puede
haber delito fiscal y la cosa se puede complicar. Veamos, sigo estando
intranquilo y, lamento insistir, pero... ¿Es posible que con todo este caos no
se haya extendido ninguna letra de favor? Es increíble.
-
¡Cuántas veces tengo que repetir las cosas¡. No se
ha hecho ninguna, a... prácticamente ninguna... –Aquí ya empieza a perder la
arrogancia inicial, la seguridad en si mismo y acepta, implícitamente, haber
hecho alguna- Y ya está bien de interrogatorio, parece que aquí estemos para
juzgar mi actuación y creo que hemos venido para plantear y encontrar soluciones.
Que yo vea, hasta ahora solo se trata de que me defienda como si fuera un criminal.
Si se ha de seguir en esta línea, os dejo solos y ya me diréis que decisión se
ha tomado.
-
Amigo Jorge: Aquí no estamos juzgando a nadie,
(intervino Balduera) pero para poder tomar decisiones correctas que permitan
encontrar una solución viable, solo es posible si conocemos total y
absolutamente los hechos. Pero, si quieres marcharte, no es precisamente de
casos como el tuyo de los que vive este bufete. Por lo tanto, o aceptas sus
condiciones y su forma de llevar el caso o darán por terminada su actuación y
puedes buscar otro abogado. Y, además, por mi parte no pienso hacer nada más,
así que ya decidirás que opción tomas.
En
este momento intervino Adolfo y con visible nerviosismo dijo:
-
Jorge, si quieres marchar, vete, pero el caso
intentaremos resolverlo nosotros solos como siempre. Pero no creas que esta vez
vas a quedar al margen. Aquí o nos mojamos todos o te las compones como puedas.
Ya empiezo a estar harto de que, además de hundir la empresa, aún quieras aparecer
como víctima. Aquí, y entérate bien, solo hay unas victimas y somos tus
hermanos, así como mis colaboradores en Industrias Greis, que, a la postre, son
quienes van a pagar las consecuencias de tu negligencia y tu vagancia. Así que
ya lo sabes: Decídete de una vez por todas. O colaboras o te apañas como
puedas, pero tu solo.
Tras
este rapapolvo que nos dejó muy sorprendidos ya que esta no es la forma normal
de actuar de Don Adolfo, prosiguió la sesión.
Tomó
la palabra, de nuevo, J.L. Grande y comenzó a indagar en grandes líneas sobre
la contabilidad, el balance posible a presentar en caso de decidir la
declaración del estado de suspensión de pagos, cual era el activo real, etc.,
con lo que los presentes pudimos darnos cuenta de que se trataba, tal como ya
habíamos sospechado, más de un caso de quiebra que de un estado legal de
suspensión de pagos y lo que había que determinar era si se trataba de una
quiebra fraudulenta. Esto se descartó casi de inmediato, en base a las
múltiples negativas de que se hubieren hecho “pelotas” y por lo tanto, parecía,
que solo se podía acusar, en su caso, de mala gestión, sin que hubiera causa
penal.
A
pesar de ello, quedaba una cuestión por aclarar y no se trataba de ninguna minucia.
Se había insinuado la posibilidad de que existiera “delito fiscal” y nos
pusimos a examinar los datos obrantes en nuestro poder. (Ya no se le preguntaba
prácticamente nada a Don Jorge, ya que con su actitud había logrado su
propósito, el caso lo resolveríamos nosotros y si salía mal aún nos lo echaría
en cara) Nuestra preocupación iba en aumento en proporción geométrica conforme
analizábamos las cifras. No solo no se habían pagado las cuotas de la Seguridad
Social sino que, además, no se había ingresado la cuota obrera, con lo que se
caía plenamente en la figura de apropiación indebida, por lo tanto delito y a
mayor causa, por valor de varios millones de pesetas.
Ante
este panorama, nos temimos lo peor y la pregunta de Joseph fue directa y
contundente:
-
Jorge. ¿Las retenciones por I.R.P.F. se han ingresado en Hacienda?.
-No.
-Entonces las cosas se complican ya que
podemos tener DOS POSIBLES DELITOS DE APROPIACIÓN INDEBIDA (Seguridad Social y
Hacienda Pública) y, además POSIBLE DELITO FISCAL por los Impuestos retenidos,
debidos y no sentados como pendientes de pago en la Contabilidad General de la
Empresa.
Y, dirigiéndose a Jorge, le dijo:
-Ahora ya no importa que hayas hecho
“pelotas” o no, es un tema que visto lo precedente ha quedado como secundario y
casi sin importancia. Ahora de lo que se trata es de evitar que vayas a la
cárcel y para ello es necesario encontrar el procedimiento que nos permita
ganar tiempo.
De alguna manera hay que preparar de seis a
ocho millones de pesetas para efectuar tanto en la Hacienda Pública como en la
Tesorería de la Seguridad Social algunos pagos a cuenta que permitan evitar o,
por lo menos, retrasar la actuación inspectora de la Administración Pública, ya
que así no seríamos denunciados y por tanto quizá evitaríamos la parte que
diríamos penal de la deuda.
Otra solución sería presentar una solicitud
del estado legal de suspensión de pagos, para lo que también, en principio,
sería necesaria una cifra más o menos igual, para provisión de fondos de
Procuradores, Abogados, etc. e intentar con ello paralizar la actuación de la
Inspección.
Por todo ello te comunico que estos son los
dos únicos caminos legales, insisto legales, que os aconsejo seguir.
Hay otros caminos que también son posibles
pero con un riesgo mucho mayor.
Se podría hacer desaparecer la industria
previo acuerdo (hay que presuponer con una fuerte indemnización) con los
trabajadores, vaciar los locales de maquinaria y moldes y, posteriormente
,dejar pasar el tiempo hasta que se dieran los distintos procedimientos jurídicos
hasta llegar al embargo de lo que quede, dentro de cuatro o cinco años.
Ante tal estado de cosas y visto que no
había posibilidad de tomar una decisión aquella misma noche, se llegó al
acuerdo de pensarlo durante dos o tres
días y convocar una nueva reunión para tomar el camino que se estimara mejor en
tan dura postura.
. . . . . . . .
Salí rápidamente y casi sin despedirme
de nadie, ya que sentía la imperiosa necesidad interior de estar solo, de poder
ordenar mis pensamientos, tenía una sensación de estar sucio, asqueado, y es
que se habían dicho frases tan duras y desagradables, a pesar de que,
desgraciadamente ciertas, sobre algunas
personas a las que había tenido siempre en gran consideración y estima y, el
descubrir sus defectos como todos los demás mortales me llenaba de confusión y
de esa sensación de angustia, de
ansiedad, zozobra, algo muy especial y difícil de expresar.
Tomé el volante del coche y me dirigí
hacia mi domicilio. Tal era mi estado de ánimo, que a título de anécdota explicaré
que, al llegar a un semáforo en rojo, detuve el coche y en un gesto totalmente
reflejo, encendí un cigarrillo. Al encenderlo recordé que nuestro asesor para
temas laborales me había contado que había conseguido dejar el hábito de fumar
al considerar que no se podía estar sometido, voluntariamente, a la sumisión al
vicio del tabaco.
Me contó que en una reunión similar a
la que estábamos efectuando, habían llegado a las tres de la madrugada y se
había agotado la provisión de tabaco y, ¡decidieron para poder seguir la
reunión¡ suspenderla para poder ir a comprar tabaco y proseguir a continuación.
Ante esta experiencia me dijo: Parece
mentira que estemos tan dominados por el vicio de fumar, que abandonemos
cuestiones importantes para poder seguir fumando. A partir de ese momento
decidí dejar de fumar, consideré que era un imbécil al dejarme dominar de esa
manera por el tabaco.
Y, ... en aquel momento lancé por la
ventanilla el cigarrillo recién encendido y decidí, yo también dejar de fumar.
Lo conseguí durante una larga temporada, mas de diez meses aunque, lo confieso,
volví al vicio y sin que sirva de disculpa, en unas circunstancias de depresión
síquica producida por el “stress” que me llegó a causar las situaciones vividas
en las actuaciones en los diversos negocios de la familia Greis.
Cuando
llegué a casa me estaban esperando para el almuerzo y dirigiéndome a mi esposa
y mis hijas, les comuniqué la que consideraba trascendental decisión que había
tomado. He dejado de fumar, noticia que, evidentemente, se recibió con
las sonrisitas de sorna, de rigor en estos casos, y aquellas frasecitas del “ya
veremos cual es el grado de tu fuerza de voluntad, otras veces lo has dicho y
no lo has hecho”, e incluso aquélla preguntita de mi hija pequeña “¿Hace mucho
que lo has dejado?” y diversas manifestaciones de la poca confianza que
generaba en ellas una decisión de este tipo.
Pese
a ello seguí en mis trece y abandoné el tabaco. Es cierto que solo por un
cierto tiempo que a mí me pareció una eternidad pero que no pasó de,
exactamente, ocho meses.
.
. . . . . . . . . . .
El
lunes siguiente Balduera me llamó a su despacho y me dijo:
-
Jeroni, me interesaría que convocaras una reunión
para mañana por la tarde, en la que presentaré un escrito sobre todo el tema
GREISMANS, pero no debe saber nadie el orden del día de la convocatoria.
-
Balduera, ¿Qué se te ha ocurrido ahora?. ¿No tenemos
ya bastantes problemas?. ¿Cómo quieres que convoque a todos sin decirles de que
se va a tratar?. Me estás pidiendo algo muy difícil de conseguir y tú lo sabes.
Así que, al menos dame algún argumento que me permita buscar una excusa
plausible.
-
No importa, búscate tu mismo una excusa. Es muy
importante lo que tengo que decir, así que, por favor, tú convoca la reunión y
ya hablaremos después.
Ante esta situación, le hice
caso y convoqué la reunión para el martes por la tarde, ello fue fácil, en
contra de lo esperado, ya que se me ocurrió el convocar una reunión usual para
tratar de las líneas maestras para dar las ordenes oportunas para preparar el
presupuesto del próximo ejercicio y, naturalmente, no extrañó a nadie.
. . . . . . . . . .
El martes a las 17,30 nos
reunimos los señores Adolfo, Balduera, Diumenge y yo mismo.
Presenté el orden del día,
en el que, como único tema, había escrito: Estudio de las directrices para
el presupuesto general de la empresa para el próximo ejercicio.
En ese momento, me
interrumpió Balduera y dirigiéndose a todos dijo:
Esta reunión creo que será
mucho más beneficiosa si la dedicamos monográficamente al tema GREISMAN y por
ello os voy a leer, con vuestro permiso, unas notas que he escrito sobre el
tema y que creo debemos aceptar todos, de forma unánime y, además,
presentárselo a tu hermano Jorge para que se vaya haciendo a la idea de que no
estamos dispuestos a tolerar, por más tiempo, su incompetencia y su forma de
defenderse atacando a quienes no estamos haciendo otra cosa que intentar
salvarle de sus problemas.
Voy a leer el documento del
que os entregaré una copia a cada uno de vosotros.
“Condiciones
para que Industrias Greis y sus ejecutivos asuman la tarea de salvar la
comprometida situación de GREISMAN PLASTICA, S.A.
1. Ante la manifiesta incapacidad para los negocios que muestra Don Jorge
Greis, consideramos que deberá delegar sus poderes en la empresa en la persona
de Don Adolfo Greis para que pueda actuar con toda libertad y sin tener que dar
cuentas a nadie de su actuación en este asunto.
2. Don Jorge Greis se retirará de todos cuantos negocios forma parte con
sus hermanos y no podrá intervenir en ninguna Junta, Reunión, o acto similar en
su calidad de accionista.
3. Las acciones que posee Don Jorge Greis de la firma GREISMAN PLASTICA,
S.A. quedarán en garantía de cuanto se decida efectuar, considerando que es el
único responsable de cuanto ha sucedido hasta ahora en dicha industria.
4. Bajo estas condiciones, Don Adolfo nombrará una persona de su entera
confianza para el cargo de Administrador-Gerente de la firma GREISMAN PLASTICA,
S.A.
5. Visto cuanto nos advierte nuestro abogado, creemos que la única
solución es llegar a un acuerdo con el personal de GREISMAN PLASTICA, S.A.,
para su cese voluntario mediante una indemnización e integrando en INDUSTRIAS
GREIS a todos aquellos que no sea posible su cese o no se avengan a los
criterios que fijemos para la indemnización.
6. A cambio de esta ayuda, INDUSTRIAS GREIS, se reintegrará de los
préstamos que ya ha otorgado y de los gastos que se sigan produciendo,
indemnizaciones al personal, etc., con la adquisición, por el mismo importe, de
la maquinaria, moldes, cartera de pedidos, etc. de Greisman.
En RIUDELLOTS DE LA
SELVA a 30 de septiembre de 197...
Después
de la lectura de este documento, Balduera siguió diciendo:
-Ahora
propongo que la persona que debes nombrar como Administrador-Gerente de
GREISMAN PLASTICA, S.A., amigo Adolfo, sea nuestro compañero Jeroni.
Ante esta propuesta, totalmente
inesperada y, además, total y
absolutamente indeseada e indeseable y, antes de que Adolfo pudiera intervenir,
interrumpí a Balduera y dije:
-¡Alto!
yo no estoy dispuesto a tomar esta responsabilidad y, ello por una razón muy
clara y evidente. A pesar del documento que nos has presentado y, en el caso de
que se apruebe y lo suscribamos todos, yo no creo ser el más indicado para el
cargo ya que Jorge me puede repudiar en cualquier momento y vosotros sabéis que
es así, ya que nuestras relaciones no han sido nunca demasiado buenas. Yo creo
que, ya que eres el promotor de la idea, deberías ser tú Balduera, quien fuera
nombrado para esta tarea.
Don Adolfo consideró que el
documento se tenía que suavizar en su redacción aunque aceptaba su contenido y
que, en efecto, quien debía ser nombrado para llevar a cabo las acciones
necesarias para “desmantelar” GREISMAN, debía ser Balduera.
Se acordó tener una sesión en el
domicilio de Jorge Greis con asistencia de todos nosotros así como de su
hermana Doña Amelia, ya que también era accionista y por tanto tenía voz y voto
en la cuestión. En esa reunión se presentaría el documento trascrito, se
exigiría a Jorge su dimisión y se nombraría a Balduera como Apoderado General
de la firma.
Terminamos la sesión, evidentemente sin tratar en absoluto del motivo
oficial de la convocatoria y quedamos citados para el lunes siguiente en el
domicilio de Jorge.
. . . . . . . .
La sesión en el domicilio de Don Jorge fue áspera y desagradable ya
que nos vimos envueltos en una añagaza que nos había preparado Balduera y que
consistía en que, además del manifiesto que con mayor o menor grado de
entusiasmo, finalmente aprobamos todos, presentó y leyó otro escrito que, en
síntesis, venía a decir lo siguiente:
·
Jorge:
Tus hermanos han delegado en mi persona para que lleve a término los acuerdos
que acabamos de leer, pero, yo no estoy dispuesto a aceptar, salvo con la
aprobación expresa de las siguientes condiciones:
·
Tú deberás “desaparecer” de
Greisman y no intentar supervisar ni discutir ninguna de las decisiones que yo
tome o pueda tomar.
·
Cuando todo termine,
deberás buscar algún tipo de trabajo que te permita vivir con tu familia fuera
de cualquiera de las Industrias Greis.
·
Desde este momento yo
asumo el trabajo para intentar salvar lo que sea posible de Greisman pero no
asumo la responsabilidad legal de cuanto se ha hecho hasta el momento actual de
lo que, naturalmente, el responsable eres tu.
Y,
evidentemente, todo cuanto queda reflejado anteriormente deberás firmarlo de tu
puño y letra ya que, visto como has administrado tu empresa, peor imposible, y
visto que tu mayor defecto, con ser grandes los antedichos, es que eres un
vago, un holgazán. Eres un embustero que intentaste sacudirte las culpas y
echarlas sobre los demás, sobre tus colaboradores, sobre tu propio hermano. Has
demostrado, una vez más, que eres un incompetente, un inepto total. Te tuvieron
que cesar en Franco-Española, por tu forma de ser y para que pudieras
sobrevivir, entre tu padre y tus hermanos tuvieron que comprar y crear
GREISMAN, para que no te murieras de hambre y pudieras seguir presumiendo y
haciendo el fachenda, con tus grandes dosis de petulancia y engreimiento y tu
lo pagas como siempre, echando por la borda todo el esfuerzo de los demás. Así
que ya lo sabes: Balduera ya no es el amigo al que recurrir para solucionar los
problemas. A partir de este momento será un inquisidor que arreglará lo que
pueda pero siempre con las carta boca arriba para que, por lo menos tus
hermanos, sepan a que atenerse.
Tras esta filípica, que llevaba una gran dosis de encerrona para todos
nosotros, se dirigió a cada uno de los presentes y repitió la pregunta que
transcribo, lo más fielmente posible, así como cada una de las respuestas.
-
Adolfo: ¿Aceptas estas
condiciones en todos sus términos?
-
Sí, debo aceptarlas, creo
que no tengo otra salida.
-
Amelia: ¿Aceptas estas
condiciones en todos sus términos?
-
Vosotros sabéis que nunca
me he metido en los asuntos de vuestros negocios, pero... Balduera, te voy a
dar el consentimiento que precisas, pero esto no lo olvidaré nunca. Ten presente
que Jorge es mi hermano y has sido muy duro. No obstante, mi voto es afirmativo
-
Diumenge: Te repito la
pregunta. ¿Aceptas?
-
Lo siento pero yo no voto,
me abstengo ya que creo que es cuestión a refrendar, en todo caso, por los
accionistas y yo no lo soy. Pero ante la situación planteada mi postura es de
que llevas razón y si pudiera votar diría sí.
-
Jeroni: ¿Aceptas tu
también?
-
Lamento tener que decirte
que, aún cuando estoy de acuerdo en casi toda la primera parte del documento
que habíamos aprobado entre todos, no lo estoy con el que te has sacado de la
manga aquí y ahora y que desconocía total y absolutamente. Por otra parte,
sabes muy bien que no soy accionista y por lo tanto, como Diumenge, considero
que no puedo votar. A pesar de todo ello y para no ser una excepción también
apruebo tu propuesta.
Con ello se lograba una aceptación, en teoría unánime, aunque con
matizaciones, como se puede ver analizando las distintas respuestas en las que
se ve claro que se trataba de una especie de “préstamo” que se estaba
concediendo a Balduera y que caso de ir mal dadas, se pedirían cuentas y
responsabilidades de una u otra forma. No se trataba de un cheque en blanco
aunque tuviera esa apariencia.