3
Al iniciar la fabricación de toda la gama de antenas exteriores para
televisión, se produce un nuevo hecho digno de la mayor consideración y, sin
duda, de gran importancia en los acontecimientos posteriores. Es necesario
crear una red comercial que abarque todo el país y no solo Barcelona y su
provincia. Es imprescindible para la expansión de la Empresa el llegar a todos
los rincones de España y, lógicamente, empezar por lo más cercano, es decir por
Cataluña. Y, al propio tiempo, transformar TALLERES GREIS en una empresa algo
mayor dotándola de los medios jurídicos precisos para tal empeño. Para ello se
crea una sociedad limitada que se llamará TALLERES GREIS, S.L., con un reparto
accionarial en tres tercios nominativamente a favor de:
D. Joseph Greis con un 33,33%
D. Joan Greis con un 33,33%
D. Adolfo Greis con un 33,33%
Forma jurídica
en la que se constituyó la empresa y funcionó muy bien y durante muchos años.
Posteriormente se llega a un acuerdo para contratar al, hasta aquel
momento, asesor fiscal y comercial, D. J.M. Balduera y se le encarga, como
actividad prioritaria, la creación de la imprescindible red comercial. A ello
se dedica con entusiasmo y con múltiples viajes, anuncios en prensa,
entrevistas, crea una incipiente red de Representantes comerciales en las
provincias que se considera son las de mayor capacidad adquisitiva y aquellas a
las que llegaba la Televisión de acuerdo con el Plan Nacional de expansión de
TVE. En aquella época, mi misión en la Empresa, era un tanto heterodoxa, dispersa,
ya que en mis responsabilidades figuraban áreas tan dispares como la de
Administración y Contabilidad, Dirección de Compras, e incluso pequeñas
incursiones en el campo de las Ventas, llegando en algunas ocasiones a
intervenir en cuestiones Técnico comerciales.
Como anécdota, un cierto día, los nuevos representantes de Navarra, se
dirigen a nosotros indicando que en la vecina localidad de Estella, se celebra
una Feria local, en la que tienen intención de exponer nuestros productos y
que, por ello, verían con sumo agrado que un delegado de la firma asistiera a
la inauguración y atendiera a los clientes. Bien, se planteó la incógnita. ¿A
quién se podía enviar como Relaciones Públicas?, pues sin pensarlo mucho, se me
envió para realizar este trabajo de embajador volante y me desplacé
hasta esa bella localidad navarra, donde tuve que echar mano de todos mis
recursos diplomáticos para evitar las consecuencias de la trampa que se
escondía detrás de la invitación a la inauguración de la feria. Lo cierto es
que lo que se pretendía era dejar constancia de una prueba de fuerza entre los
componentes de la sociedad que nos
representaba en Navarra y el que, en realidad era nuestro representante
y que residía en Guipúzcoa, posición que desde Barcelona se desconocía. El
problema se solucionó a base de no dar pábulo a los comentarios de ninguna de
las dos fuerzas enfrentadas, buena cara a todos los contendientes y, mediante
las típicas conversaciones de pasillos, diluir las tensiones, aunar voluntades
y, como consecuencia de todo ello convertir en un éxito lo que estaba destinado
a un sonoro fracaso.
La exhibición fue un gran éxito comercial y de visitantes y se logró ya
que nuestro stand era el único que había conseguido que se viera la
televisión en directo a pesar de que
nuestra instalación no era la más espectacular pero sí fue la más práctica y lo
que el público quería, en aquellas fechas, era tocar la realidad y eso
se lo ofrecía la Empresa ALSI, lo que me produjo una sensación de alegría y orgullo
de marca, pero, al propio tiempo me llevó a tener que dar explicaciones técnicas
bastante superiores a mis rudimentarios conocimientos de la recepción de la televisión
pero que, debido a que mis interlocutores tenían un nivel bastante inferior al
mío, me permitió salir con bien del lance, obviar la encerrona y dejar sentadas
unas bases que nos permitieron más tarde ser los líderes en aquel mercado.
En otra ocasión tuve que desplazarme a la hermosa ciudad de Granada,
donde mi misión consistió en confirmar el nombramiento del nuevo Representante
en la provincia y, al propio tiempo, aleccionar al mismo con los mínimos
conocimientos técnicos de nuestros productos y adiestrarle en el cálculo
técnico de una instalación de antena colectiva o comunitaria, atenuaciones de
las líneas, ganancias necesarias, tipos de amplificadores precisos, cálculos en
dB. etc. Por cierto que me invitó a comer una tortilla sacromonte que
era una verdadera delicia para los sentidos.
Todo ello es, únicamente, una muestra de cuales eran, por aquel tiempo,
mis tareas como Directivo de ALSI que abarcaban mucho más de lo que se
acostumbra para cualquier persona que tenga a su cargo un área concreta dentro
del organigrama de la Empresa. Pero ello me permitió adquirir una serie de
conocimientos y experiencias de todo tipo, técnicas, comerciales, sociales que
me han sido de gran utilidad en el desarrollo de mi vida en los años venideros.
Todo cuanto queda expresado trajo, como consecuencia, el que todos hacíamos
de todo y por lo tanto tenia vigencia aquello de hombre de muchos oficios poco
abarca y hubo que plantearse, muy seriamente, el delimitar las funciones de
cada uno y crear un organigrama funcional de toda la Empresa que recogiera y
ordenara las tareas de todos y cada uno de los distintos departamentos y
cabezas visibles de los mismos sin interferir en las de los demás. Una de las
primeras decisiones fue muy difícil para mí.
Me explico: Un buen día los
señores Don Adolfo, Don Joan y Don J. M. Balduera me citan para una comida de
trabajo en la que deberemos tratar varios asuntos relacionados con el cargo que
ocupo en la Empresa y llegando a los postres me hacen la siguiente propuesta:
D. Adolfo me plantea la siguiente cuestión:
- Jeroni,
¿A qué prefieres dedicarte además de la Dirección Administrativa? ¿A las ventas
o bien al Departamento de Compras?
Antes de que pudiera responder,
Don Joan me dice:
- A nosotros y en bien de la Empresa,
consideramos que sería mejor que escogieses las Compras, pero, la decisión es
solamente tuya.
Con ello, ya estaban jugando con mis sentimientos hacia la Empresa,
hacia la persona de Don Joan ya que si entre ellos consideraban que, no por mis
conocimientos o aptitudes, sino porque bajo su punto de vista era mejor así, mi
capacidad de decisión quedaba muy mermada y por lo tanto debía escoger el
Departamento de Compras ya que no podía, bajo ningún concepto, escoger otra
cosa que aquella que me venía sutilmente predeterminada en la propia pregunta y
en la observación de Don Joan.
Ellos sabían bien de mí, casi veneración, por Don Joan y que, por mi
parte, sus propuestas eran siempre atendidas sin rechistar, por lo que jugaban
sobre seguro y sabían de antemano cual sería mi respuesta.
Después de hacer mentalmente todas estas consideraciones y ver en sus
rostros una cierta preocupación que no casaba muy bien con sus expectativas,
respondí:
- A pesar
de que mi inclinación natural es más acentuada hacia el campo de las Ventas,
creo que para la Compañía, le seré más útil en la Dirección del Departamento de
Compras y deje a Don J. M. Balduera todas las gestiones referentes a la
Dirección Comercial y al área de Ventas.
Bien, en realidad mis palabras fueron algo distintas
ya que dije:
"A
mí nunca me ha gustado mucho viajar y si me quedo con la gestión de las ventas
me veré obligado ha hacerlo por lo que prefiero las compras".
pero la
respuesta real que estaba dando era la transcrita y así lo comprendieron mis
interlocutores a pesar de que no lo comentaron.
Creo que, después de tantos años, aún resuena en mis oídos el suspiro
de alivio que se escapó a todos los presentes al oír mi respuesta, lo que
confirma mi opinión de que, como siempre, seguían jugando con todos nosotros y,
además, con ello conseguían una lealtad
incondicional y a toda prueba, y ello siguió existiendo a lo largo de
los años y no solo a los altos niveles de Dirección sino a niveles mucho menos
encumbrados pero necesarios para sentirse mas seguros en sus decisiones.
Aún hoy me encuentro antiguos empleados de la Empresa que me comentan:
- Sí, es cierto que las cosas van muy mal, pero claro
es que, si les dejo y voy a otra Empresa Don Adolfo tendría un disgusto y,
después de tantos años... ya me lo pensaré...
Es un fenómeno muy difícil de analizar y que yo lo he bautizado como el
"síndrome Greis", y que se produce como respuesta a cualquier
situación más o menos difícil; cuando es necesario tomar una decisión drástica.
Yo puedo hablar del tema con toda propiedad ya que he sufrido en mis carnes y
aceptado las consecuencias de este "síndrome".
Hay una frase que me dijeron en las fechas de mi cese y que me ha hecho
recapacitar sobre muchas de las cosas que acontecieron en estos largos años y
es la siguiente:
Creo que, entre todos, hemos hecho mejor de lo que es
a Adolfo y él se lo ha creído
Y, esta frase es de alguien de quien no se puede dudar de su afecto,
cariño y lealtad hacia la persona de Don Adolfo y es que, es cierto, entre
todos los que componíamos, ya en aquel entonces la Empresa, nos esforzábamos,
como algo que era incontestable, en mejorar la imagen, tanto de Don Joan como
de Don Adolfo, aunque Don Joan no lo precisaba. Esta es una cuestión que debe
ser tenida muy en cuenta, a lo largo de todo mi relato, para poder analizar y
comprender muchos de los acontecimientos que ocurrieron en la Sociedad.
A partir de aquel momento me convertí en el flamante Jefe de Compras,
(hay que tener en cuenta que, en aquellos tiempos y en una empresa familiar,
para dar un título a cualquier persona que reflejara la realidad del cargo,
como hubiera sido el de Director de Compras, era algo casi impensable, ya que,
a juicio de los dueños de la empresa, podría haber significado un aumento del
ego del individuo y con ello una reclamación de mayor salario) mis atribuciones
pasaron a ser las del Director de Compras, pero, como siempre, con las limitaciones
que supone el que no dispongas de poderes notariales que respalden tus
acciones.
Mis primeros pasos de dirigieron a la creación del necesario
Departamento de Compras, con el fichaje de un "segundo" y una
secretaria. La adquisición y de un equipo de telex y su contratación, la
ubicación de la oficina y el montaje de la misma. Todo ello comportaba un gran
esfuerzo personal ya que iba acompañado de la necesidad de seguir con el ritmo
de las necesidades de la Empresa y, al propio tiempo, de la creación del
Departamento. Fue difícil y adoleció de un defecto capital que posteriormente
ha pesado como una losa sobre el Departamento, incluso después de que dejara de
estar a mi cargo. Esa pesada losa era que nunca conseguí una verdadera
autonomía en las decisiones, ni que el Departamento de Producción a través de
su oficina de programación preparase debidamente las necesidades de materias
primas, piezas, componentes, etc. con la suficiente antelación que nos
'permitiera llevar a cabo una labor moderna y eficaz.
El Departamento de Producción se quejaba siempre de roturas de stocks,
cosa que era cierta, pero en lugar de intentar averiguar de donde provenía la
causa, una pésima programación, era más fácil presionar para una mayor
adquisición de productos aunque ello comportara un exceso de stocks y se
llegara a extremos de disponer de primeras materias suficientes para la
producción de más de un año y en cambio no disponer de un elemento determinado
que impedía la fabricación del producto. Todo ello llevó a un incremento de los
costos y a la inmovilización de activos financieros que cuando se llegó a la
época de las dificultades económicas fueron determinantes, pero que en aquellos
momentos apenas se notaban aunque fueron un magnífico caldo de cultivo para los
problemas que explotaron algo más tarde.
Realmente estos fueron dos lastres que ha sufrido la Empresa desde casi
sus inicios, aunque creo que uno es consecuencia del otro ya que las
dificultades financieras no deberían de estar presentes en una Empresa que, en
palabras de su Director Comercial J.M. Balduera, "no podía tener
estadísticas de ventas ya que únicamente reflejaban la producción, pues se
vendía todo lo que se fabricaba y siempre quedaban pedidos pendientes con
plazos de entrega de dos y tres meses." Por lo tanto las dificultades
financieras no podían provenir más que de tres causas:
a) Los márgenes de beneficios sobre ventas cada vez eran menores.
b) Una deficiente programación que obligaba a almacenar un exceso de primeras
materias y de componentes,
c) Financiación de actividades extra-empresa que no tenían, en
principio, nada que ver con Industrias Greis, pero que iban socavando su
fortaleza económica.
Analizaremos someramente estas causas:
Los márgenes de beneficios en aquella época permitían que los Sres.
Greis financiaran las pérdidas de los negocios particulares de sus hermanos y
de su padre en sus fincas agrícolas y ganaderas, con cifras anuales de
más de seis millones de pesetas (hablamos de la década de 1963 a 1973), cifras
muy considerables que en el año 1986 equivaldrían al importe del promedio de
ventas brutas mensuales. También permitieron crear una nueva empresa para otro
de los hermanos que fue financiada íntegramente por Industrias Greis, con un
valor de aportación inicial de cinco millones de pesetas de la época, para que
el señor
tuviera en que entretenerse ya que lo habían despedido de su trabajo por vago,
aunque se disimulara con otros motivos que no viene al caso. Tales cifras son
muy importantes, pero son totalmente ciertas y ello, forzosamente nos lleva a
considerar que los márgenes de beneficios de la época eran muy altos, y me
atrevería a decir que no solamente eran altos sino que eran extraordinariamente
altos.
A todo ello hay que añadir que la política de los dirigentes de la
parte fabril estaba muy lejos de practicar el ahorro y sí, en cambio, era mucho
más fácil disponer de un gran sobrante de materias primas y componentes ya que
así, cuando se producía una rotura de stocks, no tenían problemas para dar
trabajo al personal, simplemente se cambiaba el tipo de producto a fabricar y
en paz. Con ello se iban almacenando piezas y productos semi-elaborados que
iban menguando la capacidad y la
disponibilidad de liquidez y, como veremos
más adelante, fueron causas de gravísimos problemas de todo tipo, social,
financiero, comercial, etc.
No obstante, se conseguían verdaderos éxitos en las ventas, con
crecimientos espectaculares, índices de crecimiento del orden del 40% al 60%
anual, una penetración en el mercado nacional que llegó a cifrarse entre un 25%
y un 30%, y todo ello disimulaba y tapaba todos los defectos que pudieran haber
en la infraestructura de la industria, y mientras fuera posible seguir con los
enormes gastos en ayudas a quienes no tenían, teóricamente, nada que ver con la
Empresa, salvo su relación de parentesco, mientras fuera posible pagar
comisiones de venta a ciertos altos ejecutivos entre los que,
evidentemente no estaba incluido, si había que negar la posibilidad de entregar
y estudiar los Balances, se daba como excusa que no había sido posible
obtenerlos a tiempo por falta de suficiente personal administrativo, o bien se
prometían para la semana próxima y no llegaba nunca esa semana... Y, lo que es
peor, sin que el máximo dirigente de la Empresa pusiera coto a tales desmanes y
si, en cambio, cerrara los ojos y participara económicamente de ellos.
Siempre se había afirmado que en Industrias Greis, S.L. los accionistas
no repartían dividendos. Ello es total y absolutamente cierto, pero... Como
siempre hay un pero; ¿No deberíamos considerar como reparto de beneficios las
cantidades que se destinaban a sufragar las pérdidas de otros negocios de la
familia que, tal como ha quedado reflejado anteriormente eran muy cuantiosos en
sus importes?. O bien, ¿No podemos considerar como reparto de dividendos la
compra de las viviendas de dos de los principales accionistas al contraer
matrimonio?. Creo que esto formaba parte del mito que yo también contribuí a
crear alrededor de los componentes de la familia Greis y, especialmente, como aureola
de quien, al fallecer Don Joan Greis, más necesitaba esta imagen de buena
persona, ya que no la podía tener como ejecutivo de alto nivel.
Lo cierto es que se repartían beneficios, no por la vía normal de la
asignación de dividendos en función del capital, pero sí por otros caminos que
fiscalmente no eran muy ortodoxos pero si eficaces y que permitían que la
Empresa y, especialmente su Cúpula aparecieran como ejemplares tanto ante los
ojos de sus empleados como a los de las instituciones patronales.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada