dijous, 16 d’agost del 2012

NOVELA - CAPITULO 2 (resto)


Llegué a mi domicilio loco de contento, había conseguido lo que buscaba. Un empleo digno, con un sueldo estimable y, lo más importante, trabajar con una personas que a mi entender y, a priori, merecían todos mis respetos y mi atención. Además tenía la promesa de que a los seis meses, si mi trabajo era lo satisfactorio que esperaban, recibiría un incremento de 6.750 pesetas anuales con lo que mis emolumentos totales pasarían a ser de 47.250 pesetas anuales equivalentes a un incremento del 40% respecto a mi sueldo actual y, lo que para mí era más importante, tenía la oportunidad de poner en práctica todo aquello que bullía en mi mente y las indudables posibilidades de aprendizaje en todas las técnicas y facetas de la dirección de empresas.

Mis padres me recibieron muy contentos por el éxito y sin poder esperar más me cambié de ropa y me fui a buscar a mi novia, hoy mi esposa, a la que, sin dejarle preguntar nada, le espeté, de sopetón, que en un plazo muy corto podríamos casarnos ya que había conseguido el aumento en mi salario que habíamos soñado, mediante el cambio de empresa. Le relaté, con pelos y señales, la entrevista, las ansias pasadas con la incertidumbre de si me aceptarían o no, porque, lo cierto es que, por mi parte, desde el primer momento me gustó la Empresa y el trato tan cordial, tan sencillo y tan amable  de D. Joan hacia mí, teniendo en cuenta que era la primera vez que me veía. Creo que, en aquel preciso instante, se inició una corriente de simpatía mutua, una empatía que posteriormente se convirtió en una fuerte y verdadera amistad que perduró muchos años.

Nos pusimos ha hacer planes, como dos enamorados que éramos, para una próxima boda y, efectivamente, a los dos años exactos y, precisamente un DOS DE MAYO celebrábamos nuestro enlace matrimonial.

Mis recuerdos de aquellos años son muy bellos, aunque no exentos de dificultades. Mi primer trabajo consistió en proceder a la facturación de las antenas interiores para televisión que se fabricaban, por primera vez, en Talleres Greis y que salían al mercado con fuerte ventaja sobre las de la competencia ya que era el primer y único modelo fabricado en materiales plásticos, lo que permitía un precio de venta mucho más bajo en relación con los demás modelos existentes en el mercado y, lo más importante, con un buen margen de beneficio. Ello hizo que, a pesar de la fuerte crisis que había desencadenado el Plan de Estabilización de 1959, se pudiera sobrevivir y afianzarse como Empresa. No obstante no todo eran "flors i violas" como dicen en mi país; recuerdo una anécdota que nos puso los pelos de punta y que fue mi primer enfrentamiento con la Banca y con los problemas de falta de liquidez, los agobios de la falta de efectivo en la Empresa y que, desgraciadamente, con el tiempo se reprodujeron y, ¡de qué forma!, sin tener las posibilidades de que disponíamos en aquel momento, pero esto es adelantar acontecimientos y debo ceñirme a la cronología de mi historia.

Había llegado el mes de septiembre y teníamos concertada una póliza de crédito de 750.000 pesetas con el Banco Hispano Americano, póliza que se renovaba anualmente y que se utilizaba de colchón  para poder soportar la financiación a nos obligaba nuestro principal cliente, la firma de la que yo procedía, que nos obligaba a esperar 90 días para los cobros a de nuestras facturas sin permitirnos girar a través del Banco su importe. Pues bien, el día 3 de septiembre recibimos una comunicación del citado Banco en la que nos conminaba a proceder a la cancelación del importe del saldo de la póliza en un plazo de 15 días, ya que había vencido y no aceptaban la renovación tal y como se había efectuado normalmente sin ningún tipo de objeción.

Ante esta perspectiva debo señalar que el saldo acumulado de todas nuestras cuentas bancarias ascendía a poco más de 20.000 pesetas lo que no nos permitía ningún tipo de operación de espera. Llamamos urgentemente a nuestro asesor económico D. J.M. Balduera para estudiar las distintas opciones de que disponíamos y después de mucho pensarlo se llego a la conclusión de que la única opción era conseguir que nuestro cliente nos aceptara algunas letras de cambio, por el importe de las facturas pendientes de vencimiento en lugar de esperar al pago por reposición a que nos tenían sometidos y que era su habitual forma de pago. Por aquellas fechas, dicha firma, mantenía un saldo medio, a nuestro favor, de alrededor de los dos millones de pesetas, lo que cubría, sobradamente, nuestras necesidades y el saldo dispuesto del crédito.

Después de fuertes discusiones y gracias a la medición de D. Joseph Greis, a la sazón Director Comercial de la firma FRANCOSA, nuestro mencionado cliente, aceptaron, no solamente las letras que proponíamos para solucionar nuestro conflicto, sino que, ¡Oh milagro!, nos autorizaban cambiar el sistema de cobro y pasar, definitivamente al sistema de giro a 90 días fecha factura, con la consiguiente facilidad de proceder al descuento bancario del mismo y disponer de la liquidez necesaria para el normal desarrollo de la Empresa.

Bien, con las letras en la mano nos personamos en la oficina del B.H.A. y solicitamos una entrevista con el Director de la sucursal. Nos recibió de inmediato y le expusimos el motivo de nuestra visita y cual no sería nuestra sorpresa cuando, sin inmutarse lo más mínimo nos dijo que no debíamos preocuparnos pues todo había sido un error y  que él no había dado ninguna orden en el sentido de cancelar el crédito y que no se explicaba como nos había llegado una carta de tales características. Nuestra indignación, a la par que alegría, iba in crescendo; la carta en cuestión estaba firmada por el propio Director de la sucursal y por tanto mal podía ser un error de algún empleado como nos dijo, lo que evidentemente no nos creímos. Estaba más claro que ser trataba de una maniobra referida a aquello tan manido de que los Bancos te ofrecen el paraguas cuando hace sol y te lo piden al nublarse el tiempo, pero, a la postre, se había conseguido parar el golpe y al propio tiempo se había solucionado un problema de falta de liquidez crónica.

La rentabilidad de nuestro nuevo producto, las antenas de televisión de interior, era muy elevada y, tanto era así, que nos permitió decidirnos, casi de inmediato,  a la compra de unos nuevos locales en las afueras de Barcelona lo que nos permitiría disponer del espacio necesario para crear una factoría que respondiera a las exigencias del incipiente mercado de la televisión, las antenas para auto radio. El mercado de la televisión exigía una apreciable capacidad de producción y ello se conseguía en los nuevos locales.

Una vez en ellos se estudió la posibilidad de expansión del negocio mediante la fabricación de toda la gama de productos necesarios para la televisión, antenas, amplificadores de antena, derivadores, distribuidores, etc. todos los accesorios precisos para este novísimo mercado. No obstante, se creyó oportuno, en frase afortunada de D. Joseph, en este mercado ya está casi todo inventado y lo más importante es llegar a tiempo.

Llegados a esta conclusión y una vez conseguida la compra de los nuevos locales, se procedió, de inmediato, a establecer negociaciones con los posible suministradores de tecnología que nos permitiera iniciar, con la mayor brevedad posible, la fabricación de los nuevos productos.

 A lo largo de unas semanas se iniciaron conversaciones con algunas firmas europeas del ramo y finalmente se llegó a un acuerdo con la que, en ese momento, era la segunda firma, en importancia, en Alemania. Se trataba de  Alfred Sihgen Jr, KG, cuya marca ALSI se añadió a la nuestra formando con ello una nueva División de Ventas que se denominó DIVISION  ALSI-GREIS.

Durante las negociaciones se desplazó hasta Barcelona un Ingeniero de la firma ALSI que llevaba consigo un maletín de documentos de gran tamaño y que no soltaba de la mano en ningún momento. Se sentaba en la mesa de negociación, muy serio, con un semblante adusto y vigilando siempre el maletín. Tan pronto como se estableció la firme posibilidad de llegar a un acuerdo y con ello a la firma del contrato de licencias de fabricación nos desveló el secreto; se trataba de los planos que constituían la primera entrega de la documentación necesaria para nuestra Empresa. A pesar de ello, no lo soltaba prácticamente de la mano hasta el momento en que se procedió a la firma del contrato y a partir de ahí lo entregó todo. Todo este sigilo y hasta desconfianza se desvaneció con la firma y se paso a un agradable ambiente, todo sonrisas y brindis por la culminación del proyecto.

D. Adolfo se impuso la tarea conjuntamente con su hermano Joan de conseguir, en un tiempo récord, la fabricación de los útiles, moldes, matrices y una primera serie de prueba de las piezas metálicas y de material plástico necesarios para la puesta en marcha de la fabricación de los primeros modelos para el mercado español de las antenas ALSI-GREIS y, tan firmemente se lo propusieron y se dedicaron en cuerpo y alma que, en un plazo de ocho meses se disponía del material necesario para la fabricación de todos los modelos de antenas previstos en el acuerdo con la firma ALSI, provocando a un tiempo la admiración y la sorpresa en los Directivos alemanes que no podían admitir en sus cabezas que una firma, española por mas señas, consiguiera tal grado de formalidad en sus afirmaciones. En realidad no lo creyeron hasta que en un viaje a Barcelona comprobaron, por si mismos, la realidad de cuanto se les había comunicado por carta.

Este fue, sin duda, uno de los primeros hitos en la transformación de la pequeña empresa familiar en una gran Sociedad. Eran los tiempos del gran despegue económico de la Compañía.