dijous, 13 de setembre del 2012

NOVELA Capitulo 6


6

El día 24 de septiembre, festividad de la Virgen de la Merced, fiesta patronal de Barcelona, hizo un tiempo espléndido, lució el sol y realmente contrastaba la temperatura con la de las jornadas anteriores que habían sido más precursoras del invierno, que del otoño que comenzaba. Por la mañana invitaba a salir a pasear por la ciudad casi vacía, como era normal los días festivos, pero... este día de la Merced tenía unas connotaciones especiales para algunos de los ejecutivos de Industrias Greis, ese día, a las 10 horas de la mañana teníamos una sesión de trabajo en casa del abogado que nos había recomendado Balduera y atendía por José L. Grande

Salí de casa sobre las 9.15 de la mañana y me dirigí a las oficinas del señor Grande, sitas en una edificio del ensanche barcelonés, donde unos minutos antes de la hora fijada para la reunión fuimos llegando los Sres. Adolfo, Jorge, Diumenge, Balduera, y yo mismo, además de nuestro asesor para temas laborales, el también abogado D. J. Abelsar.

La sesión se inició puntualmente y una vez sentados alrededor de una gran  mesa  ovalada y efectuadas las presentaciones, el Sr. Grande se dirigió a Don Jorge y con una extraordinaria dureza le formuló la misma pregunta que le había expuesto, yo mismo, en su despacho  de Greisman Plástica. Dijo así:

-                      Sr. Greis, respóndame, por favor, con la verdad, sin medias tintas, ¿se han hecho pelotas?.

-                      No, no se ha hecho ninguna, responde Jorge, pero creo que hoy y aquí hemos venido a tratar otros temas...

-                      Perdone que insista .le interrumpe Grande, ¿De verdad que no se han hecho “pelotas”?. Es muy importante el saberlo, no tanto el hecho en sí,  si se han hecho lo tendremos en cuenta en el planteamiento de la estrategia general y nada más, por lo tanto, se lo pregunto una vez más. ¿Se han hecho o no?.

-                      Ya le he dicho que no. No acostumbro a repetir mis respuestas.

No comprendía muy bien la arrogante postura de Don Jorge pero callé y decidí seguir escuchando a la espera de acontecimientos.

Por otra parte he insistido mucho en relatar este tema de las letras de favor, “pelotas” en el argot comercial, ya que posteriormente tendrá mucha importancia en la resolución de la crisis planteada.

El Sr. Grande, en vista de la rotunda negativa de Don Jorge, prosiguió:

-                      Vamos pues a estudiar los hechos y mas tarde veremos las posibles soluciones. No podemos olvidar que, por ahora, se trata solamente de un problema económico y por lo tanto a estos problemas siempre se les pueden hallar soluciones más o menos factibles. Por ello seguiré haciendo una serie de preguntas que, les ruego no consideren ni impertinentes ni como un deseo de conocer temas que, tal vez, podrían parecer más o menos íntimos para la familia Greis. Se trata, únicamente, de que pueda hacerme una idea lo más cabal y justa posible de todo el asunto para poder obrar en consecuencia y aconsejarles, desde el punto de vista legal, de la mejor manera posible. Bien, una vez aclarado este punto, prosigamos.

-                      ¿Las deudas se circunscriben a Proveedores y Bancos o están implicados también la Seguridad Social y la Hacienda Pública?

Responde Jorge:

-                      También existen deudas con la Hacienda Pública y con la Seguridad Social.

-                      Veamos, las deudas institucionales, es decir, las deudas con la Seguridad Social y con la Hacienda Pública. ¿Figuran en la contabilidad como tales deudas?

-                      No. Simplemente se han dejado de pagar los Impuestos.

-                      ¿Qué impuestos?

-                      No le entiendo. ¿A qué se refiere?

-                      Son impuestos como el I.T.E., como el Impuesto sobre Sociedades, o ¿También se ha dejado de pagar la liquidación trimestral del I.R.P.F. retenido?

-                      Son todos los que has indicado –a partir de este momento empezamos a tutearnos todos y, en especial, los dos protagonistas del interrogatorio- Tanto el I.T.E., como el I.R.P.F. y, por descontado, el Impuesto sobre Sociedades.

-                      Uff... Esto ya empieza a ser más grave, aquí puede haber delito fiscal y la cosa se puede complicar. Veamos, sigo estando intranquilo y, lamento insistir, pero... ¿Es posible que con todo este caos no se haya extendido ninguna letra de favor? Es increíble.

-                      ¡Cuántas veces tengo que repetir las cosas¡. No se ha hecho ninguna, a... prácticamente ninguna... –Aquí ya empieza a perder la arrogancia inicial, la seguridad en si mismo y acepta, implícitamente, haber hecho alguna- Y ya está bien de interrogatorio, parece que aquí estemos para juzgar mi actuación y creo que hemos venido para plantear y encontrar soluciones. Que yo vea, hasta ahora solo se trata de que me defienda como si fuera un criminal. Si se ha de seguir en esta línea, os dejo solos y ya me diréis que decisión se ha tomado.

-                      Amigo Jorge: Aquí no estamos juzgando a nadie, (intervino Balduera) pero para poder tomar decisiones correctas que permitan encontrar una solución viable, solo es posible si conocemos total y absolutamente los hechos. Pero, si quieres marcharte, no es precisamente de casos como el tuyo de los que vive este bufete. Por lo tanto, o aceptas sus condiciones y su forma de llevar el caso o darán por terminada su actuación y puedes buscar otro abogado. Y, además, por mi parte no pienso hacer nada más, así que ya decidirás que opción tomas.

En este momento intervino Adolfo y con visible nerviosismo dijo:

-                      Jorge, si quieres marchar, vete, pero el caso intentaremos resolverlo nosotros solos como siempre. Pero no creas que esta vez vas a quedar al margen. Aquí o nos mojamos todos o te las compones como puedas. Ya empiezo a estar harto de que, además de hundir la empresa, aún quieras aparecer como víctima. Aquí, y entérate bien, solo hay unas victimas y somos tus hermanos, así como mis colaboradores en Industrias Greis, que, a la postre, son quienes van a pagar las consecuencias de tu negligencia y tu vagancia. Así que ya lo sabes: Decídete de una vez por todas. O colaboras o te apañas como puedas, pero tu solo.

Tras este rapapolvo que nos dejó muy sorprendidos ya que esta no es la forma normal de actuar de Don Adolfo, prosiguió la sesión.

Tomó la palabra, de nuevo, J.L. Grande y comenzó a indagar en grandes líneas sobre la contabilidad, el balance posible a presentar en caso de decidir la declaración del estado de suspensión de pagos, cual era el activo real, etc., con lo que los presentes pudimos darnos cuenta de que se trataba, tal como ya habíamos sospechado, más de un caso de quiebra que de un estado legal de suspensión de pagos y lo que había que determinar era si se trataba de una quiebra fraudulenta. Esto se descartó casi de inmediato, en base a las múltiples negativas de que se hubieren hecho “pelotas” y por lo tanto, parecía, que solo se podía acusar, en su caso, de mala gestión, sin que hubiera causa penal.

A pesar de ello, quedaba una cuestión por aclarar y no se trataba de ninguna minucia. Se había insinuado la posibilidad de que existiera “delito fiscal” y nos pusimos a examinar los datos obrantes en nuestro poder. (Ya no se le preguntaba prácticamente nada a Don Jorge, ya que con su actitud había logrado su propósito, el caso lo resolveríamos nosotros y si salía mal aún nos lo echaría en cara) Nuestra preocupación iba en aumento en proporción geométrica conforme analizábamos las cifras. No solo no se habían pagado las cuotas de la Seguridad Social sino que, además, no se había ingresado la cuota obrera, con lo que se caía plenamente en la figura de apropiación indebida, por lo tanto delito y a mayor causa, por valor de varios millones de pesetas.

Ante este panorama, nos temimos lo peor y la pregunta de Joseph fue directa y contundente:

- Jorge. ¿Las retenciones por I.R.P.F. se han ingresado en Hacienda?.

-No.

-Entonces las cosas se complican ya que podemos tener DOS POSIBLES DELITOS DE APROPIACIÓN INDEBIDA (Seguridad Social y Hacienda Pública) y, además POSIBLE DELITO FISCAL por los Impuestos retenidos, debidos y no sentados como pendientes de pago en la Contabilidad General de la Empresa.

Y, dirigiéndose a Jorge, le dijo:

-Ahora ya no importa que hayas hecho “pelotas” o no, es un tema que visto lo precedente ha quedado como secundario y casi sin importancia. Ahora de lo que se trata es de evitar que vayas a la cárcel y para ello es necesario encontrar el procedimiento que nos permita ganar tiempo.

De alguna manera hay que preparar de seis a ocho millones de pesetas para efectuar tanto en la Hacienda Pública como en la Tesorería de la Seguridad Social algunos pagos a cuenta que permitan evitar o, por lo menos, retrasar la actuación inspectora de la Administración Pública, ya que así no seríamos denunciados y por tanto quizá evitaríamos la parte que diríamos penal de la deuda.

Otra solución sería presentar una solicitud del estado legal de suspensión de pagos, para lo que también, en principio, sería necesaria una cifra más o menos igual, para provisión de fondos de Procuradores, Abogados, etc. e intentar con ello paralizar la actuación de la Inspección.

Por todo ello te comunico que estos son los dos únicos caminos legales, insisto legales, que os aconsejo seguir.

Hay otros caminos que también son posibles pero con un riesgo mucho mayor.

Se podría hacer desaparecer la industria previo acuerdo (hay que presuponer con una fuerte indemnización) con los trabajadores, vaciar los locales de maquinaria y moldes y, posteriormente ,dejar pasar el tiempo hasta que se dieran los distintos procedimientos jurídicos hasta llegar al embargo de lo que quede, dentro de cuatro o cinco años.

         Ante tal estado de cosas y visto que no había posibilidad de tomar una decisión aquella misma noche, se llegó al acuerdo de pensarlo durante dos  o tres días y convocar una nueva reunión para tomar el camino que se estimara mejor en tan dura postura.

. . . . . . . .

 

         Salí rápidamente y casi sin despedirme de nadie, ya que sentía la imperiosa necesidad interior de estar solo, de poder ordenar mis pensamientos, tenía una sensación de estar sucio, asqueado, y es que se habían dicho frases tan duras y desagradables, a pesar de que, desgraciadamente  ciertas, sobre algunas personas a las que había tenido siempre en gran consideración y estima y, el descubrir sus defectos como todos los demás mortales me llenaba de confusión y de esa sensación de  angustia, de ansiedad, zozobra, algo muy especial y difícil de expresar.

         Tomé el volante del coche y me dirigí hacia mi domicilio. Tal era mi estado de ánimo, que a título de anécdota explicaré que, al llegar a un semáforo en rojo, detuve el coche y en un gesto totalmente reflejo, encendí un cigarrillo. Al encenderlo recordé que nuestro asesor para temas laborales me había contado que había conseguido dejar el hábito de fumar al considerar que no se podía estar sometido, voluntariamente, a la sumisión al vicio del tabaco.

         Me contó que en una reunión similar a la que estábamos efectuando, habían llegado a las tres de la madrugada y se había agotado la provisión de tabaco y, ¡decidieron para poder seguir la reunión¡ suspenderla para poder ir a comprar tabaco y proseguir a continuación.

         Ante esta experiencia me dijo: Parece mentira que estemos tan dominados por el vicio de fumar, que abandonemos cuestiones importantes para poder seguir fumando. A partir de ese momento decidí dejar de fumar, consideré que era un imbécil al dejarme dominar de esa manera por el tabaco.

         Y, ... en aquel momento lancé por la ventanilla el cigarrillo recién encendido y decidí, yo también dejar de fumar. Lo conseguí durante una larga temporada, mas de diez meses aunque, lo confieso, volví al vicio y sin que sirva de disculpa, en unas circunstancias de depresión síquica producida por el “stress” que me llegó a causar las situaciones vividas en las actuaciones en los diversos negocios de la familia Greis.

Cuando llegué a casa me estaban esperando para el almuerzo y dirigiéndome a mi esposa y mis hijas, les comuniqué la que consideraba trascendental decisión que había tomado. He dejado de fumar, noticia que, evidentemente, se recibió con las sonrisitas de sorna, de rigor en estos casos, y aquellas frasecitas del “ya veremos cual es el grado de tu fuerza de voluntad, otras veces lo has dicho y no lo has hecho”, e incluso aquélla preguntita de mi hija pequeña “¿Hace mucho que lo has dejado?” y diversas manifestaciones de la poca confianza que generaba en ellas una decisión de este tipo.

Pese a ello seguí en mis trece y abandoné el tabaco. Es cierto que solo por un cierto tiempo que a mí me pareció una eternidad pero que no pasó de, exactamente, ocho meses.

. . . . . . . . . . . .

El lunes siguiente Balduera me llamó a su despacho y me dijo:

-                      Jeroni, me interesaría que convocaras una reunión para mañana por la tarde, en la que presentaré un escrito sobre todo el tema GREISMANS, pero no debe saber nadie el orden del día de la convocatoria.

-                      Balduera, ¿Qué se te ha ocurrido ahora?. ¿No tenemos ya bastantes problemas?. ¿Cómo quieres que convoque a todos sin decirles de que se va a tratar?. Me estás pidiendo algo muy difícil de conseguir y tú lo sabes. Así que, al menos dame algún argumento que me permita buscar una excusa plausible.

-                      No importa, búscate tu mismo una excusa. Es muy importante lo que tengo que decir, así que, por favor, tú convoca la reunión y ya hablaremos después.

Ante esta situación, le hice caso y convoqué la reunión para el martes por la tarde, ello fue fácil, en contra de lo esperado, ya que se me ocurrió el convocar una reunión usual para tratar de las líneas maestras para dar las ordenes oportunas para preparar el presupuesto del próximo ejercicio y, naturalmente, no extrañó a nadie.

 

. . . . . . . . . .

 

El martes a las 17,30 nos reunimos los señores Adolfo, Balduera, Diumenge y yo mismo.

Presenté el orden del día, en el que, como único tema, había escrito: Estudio de las directrices para el presupuesto general de la empresa para el próximo ejercicio.

En ese momento, me interrumpió Balduera y dirigiéndose a todos dijo:

Esta reunión creo que será mucho más beneficiosa si la dedicamos monográficamente al tema GREISMAN y por ello os voy a leer, con vuestro permiso, unas notas que he escrito sobre el tema y que creo debemos aceptar todos, de forma unánime y, además, presentárselo a tu hermano Jorge para que se vaya haciendo a la idea de que no estamos dispuestos a tolerar, por más tiempo, su incompetencia y su forma de defenderse atacando a quienes no estamos haciendo otra cosa que intentar salvarle de sus problemas.

Voy a leer el documento del que os entregaré una copia a cada uno de vosotros.

 

“Condiciones para que Industrias Greis y sus ejecutivos asuman la tarea de salvar la comprometida situación de GREISMAN PLASTICA, S.A.

1. Ante la manifiesta incapacidad para los negocios que muestra Don Jorge Greis, consideramos que deberá delegar sus poderes en la empresa en la persona de Don Adolfo Greis para que pueda actuar con toda libertad y sin tener que dar cuentas a nadie de su actuación en este asunto.

2. Don Jorge Greis se retirará de todos cuantos negocios forma parte con sus hermanos y no podrá intervenir en ninguna Junta, Reunión, o acto similar en su calidad de accionista.

3. Las acciones que posee Don Jorge Greis de la firma GREISMAN PLASTICA, S.A. quedarán en garantía de cuanto se decida efectuar, considerando que es el único responsable de cuanto ha sucedido hasta ahora en dicha industria.

4. Bajo estas condiciones, Don Adolfo nombrará una persona de su entera confianza para el cargo de Administrador-Gerente de la firma GREISMAN PLASTICA, S.A.

5. Visto cuanto nos advierte nuestro abogado, creemos que la única solución es llegar a un acuerdo con el personal de GREISMAN PLASTICA, S.A., para su cese voluntario mediante una indemnización e integrando en INDUSTRIAS GREIS a todos aquellos que no sea posible su cese o no se avengan a los criterios que fijemos para la indemnización.

6. A cambio de esta ayuda, INDUSTRIAS GREIS, se reintegrará de los préstamos que ya ha otorgado y de los gastos que se sigan produciendo, indemnizaciones al personal, etc., con la adquisición, por el mismo importe, de la maquinaria, moldes, cartera de pedidos, etc. de Greisman.

En RIUDELLOTS DE LA SELVA a 30 de septiembre de 197...

 

Después de la lectura de este documento, Balduera siguió diciendo:

-Ahora propongo que la persona que debes nombrar como Administrador-Gerente de GREISMAN PLASTICA, S.A., amigo Adolfo, sea nuestro compañero Jeroni.

Ante esta propuesta, totalmente inesperada y, además,  total y absolutamente indeseada e indeseable y, antes de que Adolfo pudiera intervenir, interrumpí a Balduera y dije:

 

-¡Alto! yo no estoy dispuesto a tomar esta responsabilidad y, ello por una razón muy clara y evidente. A pesar del documento que nos has presentado y, en el caso de que se apruebe y lo suscribamos todos, yo no creo ser el más indicado para el cargo ya que Jorge me puede repudiar en cualquier momento y vosotros sabéis que es así, ya que nuestras relaciones no han sido nunca demasiado buenas. Yo creo que, ya que eres el promotor de la idea, deberías ser tú Balduera, quien fuera nombrado para esta tarea.

 

Don Adolfo consideró que el documento se tenía que suavizar en su redacción aunque aceptaba su contenido y que, en efecto, quien debía ser nombrado para llevar a cabo las acciones necesarias para “desmantelar” GREISMAN, debía ser Balduera.

 

Se acordó tener una sesión en el domicilio de Jorge Greis con asistencia de todos nosotros así como de su hermana Doña Amelia, ya que también era accionista y por tanto tenía voz y voto en la cuestión. En esa reunión se presentaría el documento trascrito, se exigiría a Jorge su dimisión y se nombraría a Balduera como Apoderado General de la firma.

 

Terminamos la sesión, evidentemente sin tratar en absoluto del motivo oficial de la convocatoria y quedamos citados para el lunes siguiente en el domicilio de Jorge.

 

 

. . . . . . . .

 

La sesión en el domicilio de Don Jorge fue áspera y desagradable ya que nos vimos envueltos en una añagaza que nos había preparado Balduera y que consistía en que, además del manifiesto que con mayor o menor grado de entusiasmo, finalmente aprobamos todos, presentó y leyó otro escrito que, en síntesis, venía a decir lo siguiente:

·        Jorge: Tus hermanos han delegado en mi persona para que lleve a término los acuerdos que acabamos de leer, pero, yo no estoy dispuesto a aceptar, salvo con la aprobación expresa de las siguientes condiciones:

 

·        Tú deberás “desaparecer” de Greisman y no intentar supervisar ni discutir ninguna de las decisiones que yo tome o pueda tomar.

·        Cuando todo termine, deberás buscar algún tipo de trabajo que te permita vivir con tu familia fuera de cualquiera de las Industrias Greis.

·        Desde este momento yo asumo el trabajo para intentar salvar lo que sea posible de Greisman pero no asumo la responsabilidad legal de cuanto se ha hecho hasta el momento actual de lo que, naturalmente, el responsable eres tu.

 

Y, evidentemente, todo cuanto queda reflejado anteriormente deberás firmarlo de tu puño y letra ya que, visto como has administrado tu empresa, peor imposible, y visto que tu mayor defecto, con ser grandes los antedichos, es que eres un vago, un holgazán. Eres un embustero que intentaste sacudirte las culpas y echarlas sobre los demás, sobre tus colaboradores, sobre tu propio hermano. Has demostrado, una vez más, que eres un incompetente, un inepto total. Te tuvieron que cesar en Franco-Española, por tu forma de ser y para que pudieras sobrevivir, entre tu padre y tus hermanos tuvieron que comprar y crear GREISMAN, para que no te murieras de hambre y pudieras seguir presumiendo y haciendo el fachenda, con tus grandes dosis de petulancia y engreimiento y tu lo pagas como siempre, echando por la borda todo el esfuerzo de los demás. Así que ya lo sabes: Balduera ya no es el amigo al que recurrir para solucionar los problemas. A partir de este momento será un inquisidor que arreglará lo que pueda pero siempre con las carta boca arriba para que, por lo menos tus hermanos, sepan a que atenerse.

 

Tras esta filípica, que llevaba una gran dosis de encerrona para todos nosotros, se dirigió a cada uno de los presentes y repitió la pregunta que transcribo, lo más fielmente posible, así como cada una de las respuestas.

 

-                      Adolfo: ¿Aceptas estas condiciones en todos sus términos?

-                      Sí, debo aceptarlas, creo que no tengo otra salida.

 

-                      Amelia: ¿Aceptas estas condiciones en todos sus términos?

-                      Vosotros sabéis que nunca me he metido en los asuntos de vuestros negocios, pero... Balduera, te voy a dar el consentimiento que precisas, pero esto no lo olvidaré nunca. Ten presente que Jorge es mi hermano y has sido muy duro. No obstante, mi voto es afirmativo

 

-                      Diumenge: Te repito la pregunta. ¿Aceptas?        

-                      Lo siento pero yo no voto, me abstengo ya que creo que es cuestión a refrendar, en todo caso, por los accionistas y yo no lo soy. Pero ante la situación planteada mi postura es de que llevas razón y si pudiera votar diría sí.

 

-                      Jeroni: ¿Aceptas tu también?

-                      Lamento tener que decirte que, aún cuando estoy de acuerdo en casi toda la primera parte del documento que habíamos aprobado entre todos, no lo estoy con el que te has sacado de la manga aquí y ahora y que desconocía total y absolutamente. Por otra parte, sabes muy bien que no soy accionista y por lo tanto, como Diumenge, considero que no puedo votar. A pesar de todo ello y para no ser una excepción también apruebo tu propuesta.

 

Con ello se lograba una aceptación, en teoría unánime, aunque con matizaciones, como se puede ver analizando las distintas respuestas en las que se ve claro que se trataba de una especie de “préstamo” que se estaba concediendo a Balduera y que caso de ir mal dadas, se pedirían cuentas y responsabilidades de una u otra forma. No se trataba de un cheque en blanco aunque tuviera esa apariencia.

 

dilluns, 10 de setembre del 2012

NOVELA Capitulo 5


5

 

Otra de las buenas inversiones que se realizaron en aquel período fue la de la creación de la empresa de manufacturados de piezas de plástico industrial que se denominó GREISMAN PLASTICA, S.A. y que, siguiendo la fórmula ya comentada para el reparto del capital ente los hermanos Greis, se adjudicó un 55% a Don Jorge Greis, un 30% a Don Adolfo Greis y el 15% restante a su hermana Doña Amelia Greis. Esta empresa se fundó con una aportación de cinco millones de pesetas por parte de Industrias Greis, S.A., -Por cuestiones jurídicas y fiscales se había procedido a la transformación de la empresa en Sociedad Anónima, en lugar de Sociedad Limitada, prácticamente por imperativo legal y para poder ampliar el capital social a cuantías más acordes con la realidad y para contentar, hasta cierto punto, a las Entidades Bancarias que consideraban que el capital social de Industrias Greis era demasiado pequeño para la envergadura real de la Empresa.- (como se puede observar los repartos de beneficios se seguían efectuando de forma muy poco ortodoxa).

Naturalmente, como Administrador Gerente único, fue nombrado Don Jorge Greis, quien como veremos más adelante, sin demasiado esfuerzo, consiguió hundir la empresa y cargarle otro muerto a Industrias Greis y ayudar a arrastrar la empresa a su final.

La incompetencia y la holgazanería del citado Don Jorge, llevó a Greisman Plástica a situaciones límite. Recuerdo que, en cierta ocasión, a finales del año 1977, nos lanzó un S.O.S., indicando que no podía soportar más la degradación de la empresa, de su empresa y que debíamos ayudarle financieramente para intentar resolver o aplazar sus gravísimos problemas de tesorería.

En realidad, la historia comienza un par de años antes, en los que Don Santiago Noval, a la sazón Encargado General de  Greisman Plástica y, realmente, el único que conseguía mantener la imagen de la misma gracias a su reconocido prestigio en el mundo de las industrias manufacturadoras de plásticos industriales, ya venía quejándose, en múltiples ocasiones tanto a Sadurní Diumenge, como a mi mismo, e incluso a Don Adolfo Greis, por la forma en que su hermano Jorge llevaba el negocio ya que, como el perro del hortelano, ni hacía ni dejaba hacer. Incluso en una de mis periódicas visitas a  Greisman Plástica, me llegó a comentar que estaba buscando trabajo en alguna otra empresa del sector pues no podía aguantar más su situación laboral y la pérdida de prestigio de su persona que significaba.

Pues bien, llegó el momento crítico y nos presentamos en la fábrica los señores Adolfo Greis, Balduera, Diumenge y yo mismo, para tratar el tema y recabar la información que nos permitiera saber cual era la situación real de la Empresa.

Después de los saludos normales entre todos nosotros se entabló el siguiente diálogo:

-                      Jorge: ¿Realmente cuál es tu situación?.¿Dispones de algún balance reciente?, preguntó Balduera

-                      No, no tengo ningún balance actual, el más reciente de fin del año 1976. (esto se producía en septiembre de 1977) En cuanto a la situación creo que es difícil pero no desesperada.

Los presentes dejamos escapar un suspiro de alivio ya que creímos que con una relativamente pequeña ayuda, tal vez se podría resolver el problema, pero con una cierta desconfianza seguimos preguntando:

-                      ¿Cuánto es el importe que precisas y para que fecha?. Pregunté, tal vez de forma un tanto ingenua.

-                      Lo cierto es que necesito para MAÑANA SABADO, unos dos millones y medio de pesetas para el pago de la nómina y para el lunes preciso dos millones más para cancelar un crédito que vence y ya es su segunda renovación y que está avalado por mí personalmente.

Ante estas cifras nos miramos con sorpresa. Prácticamente la deuda inmediata ya era superior al capital social, pero, y esta era la inmediata pregunta, ¿Cuál sería el total de las deudas?. ¿Cuánto se debía a los proveedores? ¿Había otros créditos pendientes? ¿Si los había, de que importe eran? El torrente de interrogantes no amainaba. Nos quedamos estupefactos, sin saber ni que decir, ni como reaccionar.

Mi pregunta siguiente, temiéndome ya lo peor, fue:

-                      ¿Se han hecho “pelotas”.?¹[1]

-                      No, jamás se ha hecho una “pelota”

Bueno, pensé, ya es algo, la capacidad crediticia estará bien y aún podremos conseguir, moviendo adecuadamente los hilos, algunos créditos a largo plazo, créditos hipotecarios, no olvidaba que el edificio y el terreno de la fábrica eran de propiedad, o pólizas de crédito personal, etc. En mi cabeza bullía un sinfín de posibilidades que, en un contexto normal hubieran permitido salvar el bache. Pero aquí no había terminado todo. Lo peor estaba aún por llegar.

         Balduera propuso que se estudiase la situación en el próximo Consejo de Administración de Industrias Greis y de conformidad con tal análisis, ver la mejor manera de solucionar el problema determinando el remedio más adecuado para poner fin a la crisis y salvar la Empresa.

Nos despedimos y regresamos cada uno a su oficina, con la cabeza llena de dilemas y sin ver muy clara la solución.

A pesar de cuanto nos había dicho Don Jorge, yo no estaba tranquilo, había algo en el ambiente que no olía bien, se notaba un tufillo a que no era todo tan claro, tan sencillo como parecía. Durante el viaje de regreso en el coche se lo comenté a Balduera:

-                      José María: ¿Tú crees que nos ha dicho todo lo que realmente pasa? No he quedado muy convencido y me da en la nariz que hay un trasfondo mucho más grave y que esto podría ser el desencadenante de una suspensión de pagos o de algo peor. ¿Tú como lo has visto? ¿Tienes la misma sensación?

-                      Mira Jeroni, no he querido decir nada allí pero... lo cierto es que estoy de acuerdo con tus sospechas. La cosa está mal y creo que vamos a pasar por muy malos momentos. Jorge Greis nos la ha jugado a todos.

Ambos callamos y yo me dediqué a admirar el magnífico paisaje otoñal que se nos ofrecía a través de la ventanilla del automóvil. Hacía una temperatura muy agradable y era muy relajante aspirar el aire cargado del olor a la hierba aún muy verde, después del chaparrón que había caído mientras asistíamos a nuestra conferencia. El sol se empezaba a ocultar tras las montañas y nos bañaba con aquella luz maravillosa del atardecer en la comarca del Vallés Oriental, en que los verdes son más verdes, los amarillos más vivos y el azul del cielo aparece más límpido. Se disfrutaba de una rara calma, hasta parecía que el ronroneo del motor del automóvil era más suave. Es algo que recuerdo especialmente por la agradable sensación de bienestar que me invadió que creo era el resultado del contraste con la enorme tensión soportada breves momentáneos antes.

Al cabo de una hora más o menos, llegamos a las oficinas de Industrias Greis y en aquel momento desperté de nuevo a la realidad. El problema que había recaído sobre mis espaldas era encontrar, en solo unas horas y teniendo en cuenta que se trataba de un viernes a las ocho de la tarde, aquellos cuatro millones y medio de pesetas, de forma que no nos afectaran a nuestros pagos inmediatos y a la solvencia de Industrias Greis.

Me puse a trabajar febrilmente, llamé por teléfono a mi casa y le dije a mi mujer que llegaría tarde. Me respondió que ya lo imaginaba si le llamaba a esas horas. Nos sentamos Balduera y yo para analizar nuestra propia situación financiera buscando recursos que no estuvieran afectados a corto plazo ya que de lo contrario la situación se nos podía revolver en nuestra contra. Estuvimos trabajando hasta muy tarde y pudimos ver que mediante unos traspasos de fondos y unas remesas de letras de cambio que guardábamos en cartera, con vencimientos superiores a los noventa días, podríamos detener el primer golpe y más tarde evaluar definitivamente la situación y buscar los remedios pertinentes para salvar el bache.

Decidimos dejarlo así y a pesar de que los sábados eran festivos para todos nosotros ir por la mañana y preparar toda la documentación para que se pudieran efectuar los traspasos de fondos de los dos millones y medio más urgentes y dejar ya preparado el resto para proceder el lunes a realizar las remesas de letras y los demás documentos necesarios `para el buen fin de la operación.

Al salir eran ya pasadas ya las doce de la noche y había refrescado algo la temperatura y al entrar en el coche me quedé unos momentos pensativo, repasando toda la película de los hechos y vi claramente que se había iniciado el imparable proceso de declive de las industrias y negocios de la familia Greis.

 

El lunes por la mañana amaneció un día gris, el cielo estaba muy encapotado, típicos nubarrones de tormenta del mes de septiembre en la costa mediterránea, con esa sensación de electricidad en el ambiente y, no pude por menos, que asociar el tiempo meteorológico al que nos tocaba vivir con la situación que se había producido en la Empresa. Al llegar a mi oficina llamé de inmediato a mi más próximo colaborador, El Jefe Administrativo Sr. Llacs y, de forma muy sucinta, le expuse lo que había pasado y la “solución”, así, entre comillas, que se le había dado.

El hombre se puso las manos en la cabeza y con gesto preocupado me dijo:

- Sr. Jeroni, ¿Ya recuerda Ud. que guardábamos esos fondos para abrir los créditos documentarios necesarios para solicitar las importaciones que tenemos pedidas por el Departamento de Compras?

- Sí amigo Llacs, sí. Ya lo recuerdo. Pero lamento tener que decirle que hemos entrado en una dinámica de dificultades que nos llevará muy lejos y no precisamente por senderos de rosas.

- Pero, Sr. Jeroni: ¿Ud. cree que es admisible dejar colgada a esta Empresa por culpa de la incompetencia de otras personas ajenas a la misma?

- Sr. Llacs, le agradeceré que no haga juicios sobre la incompetencia o no de Don Jorge. Le dije en un tono desabrido y duro. Ud. desconoce las causas que han motivado este problema y nos es nadie para poder juzgar a otra persona y menos a Don Jorge. Le ruego no repita frases de este estilo y limítese a cumplir con lo que se le ordene como es su obligación. Y con un tajante –Buenos días- di por finalizada la conversación.

 

Con estas duras frases despedí a mi colaborador, a sabiendas de que quien no tenía razón alguna para hablar de aquella forma era yo mismo. Pero creí que debía de imponer esta especie de coraza, de falso blindaje, para impedir que se vieran involucradas en este affaire personas que no tenían ninguna culpa, como podía ser el propio Sr. Llacs.

Pasaron algunos días y, parecía que realmente se había solucionado el problema y que lo único que quedaba era esperar y estudiar de qué forma se podía conseguir que las cantidades prestadas pudieran ser devueltas, con la mayor celeridad posible a Industrias Greis.

Aproximadamente a los quince días de estos acontecimientos propuse tener una reunión en la que tratar en profundidad el tema  de GREISMANS, y para ello convocamos una Junta del Consejo Directivo, a la que asistieron los señores Joseph Greis, Jorge Greis, Adolfo Greis y Jaume Comps, éste en representación de su esposa Doña Amelia Greis, además de los señores Balduera, Diumenge, Farmas, Noval y yo mismo. También asistió, como asesor, Don Jordi Salses, asesor económico-fiscal de la Empresa.

En esta reunión tomó la palabra, en primer lugar, Don Santiago Noval quien inició su parlamento con una clara exposición de la situación de GREISMAN. Empezó diciendo:

-                      Señores: Me conocen ustedes bien y saben que no voy a cargar las tintas en beneficio propio, solo voy a intentar que conozcan la situación real de GREISMAN PLASTICA, S.A. y dejando aparte los gravísimos errores que se han ido cometiendo a lo largo de estos años y cuya enumeración no nos va a solucionar nada, quiero significarles que si queremos salvar la Empresa es imprescindible que se tomen, hoy mismo, las decisiones oportunas que permitan:

1.     Se inviertan unos cuantos millones de pesetas en mejorar el parque de maquinaria que es totalmente obsoleto y como consecuencia de ello nuestros costes son superiores a los de la competencia. Precisamente por ello, resulta que Jorge, no se atreve a dar los precios que debiera ya que sabe que perdería a los clientes y con ellos la facturación mínima necesaria para mantener este aire de normalidad, pero ello es siempre a costa de perder dinero en todas y cada una de las operaciones que efectuamos y, señores, sinceramente, si él no sabe o no quiere hablar claramente, lo hago yo para decirles que la situación es insostenible y por ello pido que.

2.     Se nombre un nuevo Administrador-Gerente, Director General, o equivalente, que tenga ganas de trabajar y conozca el mundillo industrial en que nos movemos con lo que podríamos volver a presentarnos ante algunos clientes que ya se han perdido, por no atenderles debidamente, -la falta de dinero impide comprar la primera materia y por ello los plazos de entrega se demoran en demasía e intentar recuperarlos, evidentemente con nuevos precios y nuevos márgenes de beneficio y no con pérdidas como se hace actualmente.

3.     Reestructurar la Empresa y reducir la plantilla, estableciendo tres turnos de trabajo en lugar de tener, como ahora,  uno solo, lo que obliga a la realización de horas extras que encarecen la producción sin solucionar el problema.

4.     También habrá que invertir algo en la modificación de  algunos moldes y en otros hablar con los clientes para proponerles o moldes nuevos o aumentos considerables de precios, ya que la situación en que se encuentran ya es francamente ruinosa y de esta forma no se pueden inyectar las piezas ya que tienen un coste enorme en su repaso y desbarbado, amén de que un porcentaje muy elevado debe rechazarse por no cumplir las especificaciones y tolerancias de los planos.

Y siguió diciendo:

La situación real es de una quiebra que me atrevería a calificar de casi fraudulenta y por lo tanto no se puede ir con una política de paños calientes, hay que tomar muy en serio el problema, atajarlo y aplicar las soluciones precisas y eficaces.

Debo decirles que, caso de que no se acepten estas propuestas, presento, desde este mismo instante, mi dimisión irrevocable. Espero sabrán comprender mi postura y les dejo para que puedan decidir con plena libertad lo que crean más conveniente para sus intereses. Mis condiciones quedan dichas. Buenas tardes a todos.

 

         Seguidamente y sin más comentarios,  se levantó y, con paso un tanto ceremonioso, abandonó la Sala de Juntas.

Ante esta escueta pero muy clara exposición de necesidades y, por ende, de las causas que habían llevado a tal situación, Balduera y yo, nos miramos y sin mediar palabra, estuvimos de acuerdo en que era realidad aquello que nos temíamos y que habíamos comentado en el viaje de vuelta de la primera reunión celebrada en Greisman Plástica. La empresa estaba tocada de veras y sería muy difícil, por no decir imposible, reflotarla.

A continuación tomó la palabra Don Joseph Greis, quien visiblemente excitado e irritado, preguntó directamente y sin rodeos a su hijo Jorge:

-                      Jorge: ¿Es cierto cuanto ha dicho Noval? y, no quieras intentar dorar la píldora con una respuesta ambigua, pues sé que él, y recalcó el pronombre, jamás me ha engañado. Responde.

-                      Papá, sí, todo lo que ha dicho es cierto, pero no es culpa mía, él también tiene culpa, pues yo había depositado toda mi confianza en su gestión y me siento traicionado, pues hoy me encuentro ante este problema casi sin comerlo ni beberlo. Mi falta, en todo caso, es no haberme dado cuenta antes de lo que pasaba...

-                      Calla, calla, le interrumpió Don Joseph, no empieces escurrir el bulto. Estás representando una burda comedia en tu defensa y ¡Basta¡ Ya he oído suficiente.

Y dirigiéndose a todos nosotros prosiguió:

-                      Sé que haréis todo cuanto sea posible para salvar la Empresa, estudiad a fondo todas las posibles soluciones y contratad un buen abogado que nos pueda guiar en el difícil camino que vamos a emprender. Ahora creo que es mejor que suspendamos la sesión y la prosigamos la próxima semana y, a ser posible, en casa del abogado que decidáis. Será casi imprescindible la representación legal.

Sus palabras fueron proféticas.

Se levantó la reunión y sin mediar palabra alguna entre los asistentes, nos dirigimos a nuestras respectivas oficinas para recoger nuestros abrigos y marchar hacia nuestros domicilios.

 

 En la calle seguía lloviendo, aunque ahora  era una lluvia fina, que no molestaba, y que  refrescaba el ambiente, que casi se agradecía después de una sesión tan tensa y desagradable. El ver las calles relucientes por el agua y la agradable temperatura ayudaban a seguir con la mente metida en las cuestiones que nos habían sido tan crudamente planteadas.

Ni que decir tiene que nuestros pensamientos estaban ocupados en el estudio de las posibles respuestas a los problemas planteados así como a la agudización de la crisis de GREISMAN PLASTICA, S.A., sin olvidar el poco elegante y despreciable gesto de Don Jorge al querer sacudirse las pulgas de encima y cargar el mochuelo al señor Noval, quien, sinceramente, me había causado muy buena impresión y, que además, creo no tenía ninguna, o en todo caso, una mínima parte de culpa en lo sucedido.

Al llegar a casa y antes de subir a mi domicilio, me decidí a dar una vuelta a pié por las calles, había cesado de llover y el aire había quedado sorprendentemente limpio para la gran ciudad y era una delicia para los sentidos relajarse paseando unos minutos aspirando el aire, ya frío, de la noche, hasta que, cansado, decidí que era ya hora de dar por finalizada la jornada.

Al entrar en mi domicilio, mi esposa me preguntó como había ido la reunión y le expliqué sucintamente los hechos quedando muy sorprendida por la postura de Don Jorge ya que, a ella, le parecía que no era muy normal que un Director General y accionista mayoritario de la empresa, no tuviera, por lo menos la decencia de aceptar su culpabilidad y  reconocer su negligencia, que era lo que, a fin de cuentas, había llevado a la empresa a la situación tan delicada en que se hallaba.

Le respondí que, efectivamente era una postura muy cómoda pero que no olvidara que siempre había seguido este sistema de lanzar las culpas a los demás. Es un procedimiento que, si por alguna razón, hubiere colado, él habría quedado limpio de toda responsabilidad.

-                      Ya sabes proseguí que de Jorge, siempre hemos dicho que tiene “una flor en el culo” y, ciertamente, una vez más, se confirma este hecho ya que de una forma u otra, sus hermanos intentarás salvarlo y a nosotros nos tocará apechugar con lo que salga.

-                      Pero eso es algo debéis de cortar o, de lo contrario, vais a padecer vosotros por sus errores y negligencias y, Dios haga que no paguéis muy caro en Industrias Greis el intentar salvar a Jorge.

Estas palabras creo que, vistas con la pátina del tiempo, con el paso de los años, han resultado más una profecía que la expresión de un simple deseo de evitarme mayores males. Por desgracia. GREISMAN PLASTICA y sus problemas, fueron una de las causas principales que han llevado a Industrias Greis, S.A. a una situación límite de la que será muy difícil escapar.

 

 

 

 



[1] Letras de cambio falsas o auto-giradas

dimecres, 5 de setembre del 2012

NOVELA CAPITULO 4 (2ªPARTE)


Este suceso llevó consigo una reorganización y  nueva distribución del patrimonio de la familia y de las responsabilidades de cada uno de los miembros restantes. Don Joseph Greis distribuyó las propiedades de forma que cada uno de los hermanos recibiera su parte en función de aquello en lo que más había trabajado o intervenido y, en fin, para lo que nos importa en nuestro relato, puedo decir que Don Adolfo, pasó a detentar la mayoría absoluta de la empresa Industrias Greis, a la par que su hermano Joseph la tuvo en la industria que regentaba en aquellos momentos y que posteriormente tuvo que ser absorbida por Industrias Greis para evitar males mayores como se comentará más adelante.

Esta nueva Dirección de la Empresa trajo consigo que al frente de Industrias Greis, S. L., quedó una persona que no tenía ni la más mínima idea de lo que es la dirección de empresas, con un desconocimiento total y absoluto de lo que es un balance, una cuenta de explotación, un presupuesto de gastos, y, por ello, a expensas de lo que le presentaran sus colaboradores. Debo decir que tuvo la suerte de contar con algunos de estos colaboradores leales y honrados que intentaron, por todos los medios, llevar por buen camino la Empresa, pero, no siempre fue así y no siempre pudo hacerse así, ya que, en unas ocasiones por no querer complicarse la vida algunas personas se silenciaban hechos cruciales y, en otros casos, era el propio Don Adolfo quien no dejaba actuar por la desconfianza nacida de su falta de conocimientos administrativos,  contables o comerciales.

No obstante, como era una época de “vacas gordas”, todo podía ser disimulado y, realmente, parecía que no podía tener graves problemas para dirigir la sociedad, pero la realidad es que se iba minando la capacidad financiera de la empresa con inversiones de poca o nula rentabilidad; Lo cierto es que jamás se había intentado estudiar si una inversión, por buena que pareciera a primera vista, si lo era a la luz de los indispensables y pertinentes estudios económicos y financieros, si pudiese ser amortizada en un plazo más o menos lógico, y si diese una rentabilidad y un grado de beneficio aceptable. Solo se veía que era engrandecer la Empresa en cuanto a su capacidad de producción, para ello no solo era necesario vender más, era forzoso vender más y para ello abaratar los precios de venta (no los costes) y como que la inversión efectuada no era tan rentable como parecía a primera vista, aparecía la gran solución, se seguía la norma, se disminuían los precios de venta y se seguía la teoría de que al producirse más ventas los costes bajarían por si solos por el efecto de economía de escala, pero, con ello lo único que realmente se conseguía era cerrar el círculo vicioso que se había iniciado y seguir mermando los beneficios y seguir descapitalizando la Empresa.

Pero todo ello quedaba oculto por los “brillantes”  resultados que se presentaban al Consejo por parte del Director Administrativo – Comercial – Financiero Don J. M. Balduera, que es quien hasta finales de 1978, lleva, hasta cierto punto naturalmente (no hay que olvidar que existe un órgano que podríamos denominar Consejo de Dirección) y que, siempre, en definitiva, la última palabra la ha dicho Don Adolfo, aunque en algunas ocasiones haya intentado negarlo o disimularlo con la consabida frase “aquí actuamos y tomamos las decisiones en equipo” y, debo decir, que ello solo era cierto cuando las decisiones eran conforme a lo que él deseaba o creía que era lo correcto, pero en caso contrario el equipo no pintaba nada. Pero, como decía, la impresión era que las riendas del negocio estaban en manos de Balduera.

Unos años más tarde y por insistencia de otro de los “brillantes en bruto” de que se disponía en el seno del Consejo de Dirección, Don Antón Colomin, se efectuó una magnífica inversión con la creación de una empresa mixta Hispano-Tunecina, en TÚNEZ, esta empresa, a lo largo de los años, solo ha producido pérdidas para las Industrias Greis,  los Directivos tunecinos nos han tomado literalmente el pelo, ha sido una increíble añagaza por parte de los mismos, que nos han obligado a aceptar cambios de Directivos en la “filial”, sin que se pudiera saber a ciencia cierta quien tenía o podía tener la razón; cambios que obedecían, exclusivamente, a rencillas entre los socios tunecinos, a artimañas para embrollar los negocios, nos obligaban a realizar nuevas exportaciones de material sin haber recibido el importe de las anteriores porque así, según nos hacían creer, sería más fácil el pagar los atrasos ya que al disponer de mayor cantidad de material se podían generar más ventas que a su vez generarían los recursos necesarios para pagar los atrasos. Se nos obligó a aceptar que, por su parte, nos hicieran pagos en efectivo para eludir los pagos de las tasas de Aduanas y mejorar el negocio por parte de ellos.

Quisiera referir, a título de ejemplo,  alguno de los métodos utilizados por los “socios” en Túnez para evadir impuestos en su país y, al propio tiempo demorar al máximo, ocho, diez, doce, quince o más meses el pago de las facturas.

Esto lo conseguían, SIEMPRE A NUESTRAS ESPALDAS, Y NO TUVIMOS CONOCIMIENTO DE TALES PRACTICAS HASTA QUE LA BOLA SE CONVIRTIÓ EN ALUD, aunque no se les puede negar un gran ingenio, de la siguiente guisa:

Hacían coincidir dos envíos de material en los almacenes de la Aduana Tunecina y, al recibir las facturas, presentaban y declaraban SOLO UNA, naturalmente la de menor valor en dólares USA, pero la que contenía más materiales relacionados de productos de poco valor. Con ello y mediante la conocida técnica del “regalo bajo mano” o más claro de la propina que como sabemos es práctica habitual en tales países, conseguían despachar de Aduanas TODA LA MERCANCÍA la declarada y la no declarada, pero claro, quedaba un problema, al llegar al vencimiento de las facturas, solo había entrado legalmente en el país lo declarado en la factura de menos valor, la cual, con pequeñas demoras de cuatro a seis meses era abonada legalmente, pero... ¡ay! ... ¿Y la otra factura? La verdaderamente importante y de mayor valor, ésta no podía ser pagada, ya que TEÓRICAMENTE LA MERCANCÍA NO HABIA ENTRADO EN EL PAIS Y POR LO TANTO NO SE PODIAN CONSEGUIR LAS DIVISAS NECESARIAS PARA SU PAGO. Con ello se conseguían dos cosas buenas para los socios tunecinos:

No pagaban derechos de Aduana (con el consiguiente incremento de sus beneficios) y, además, demoraban hasta períodos de más de DOS AÑOS el pago de las facturas, con lo que los saldos de sus cuentas corrientes particulares estaban muy bien dotados a cargo de Industrias Greis, naturalmente.

A todo esto la estafa seguía; la realidad era que, a pesar de haber transferido legalmente la parte alícuota del capital social que correspondería a Industrias Greis para obtener el veinte por ciento acordado en los estatutos, los “socios” tunecinos se habían cuidado muy mucho de que no se pudiera hacer efectiva la sociedad.

 Me explicaré:

En el contrato que se firmó ante las Autoridades Económicas Tunecinas, figura una cláusula que es lo que llamaríamos “la madre del cordero”, efectivamente, para conceder el permiso de creación de una Empresa de Capital mixto Tunecino-Español, entre otras muchas condiciones, se indica: “Será condición inexcusable que el cincuenta por ciento de la producción sea exportado”. Esto parecía una cláusula sin ninguna importancia, una de esas condiciones sin trascendencia y que figuran en los contratos, más como salvaguardia que como algo realmente importante, es más, una limitación que parece sin sentido ya que se puede llegar al absurdo de que si en el primer ejercicio económico se fabricara una sola unidad, se debería exportar la mitad, es decir media unidad y, por el contrario si el mercado interior consumía y por lo tanto se fabricaban  dos millones de unidades, se deberían exportar un millón, lo cual es prácticamente imposible por la falta de capacidad de adquisión en los mercados exteriores a los que se dirige la exportación Tunecina.

Pero,  ¡Cuidado! Esta cláusula estaba en vigor ya que había sido aceptada y firmada en el conjunto del Documento-Contrato y por lo tanto, mientras no se cumpliera este requisito, Industrias Greis, no podría ser miembro de pleno derecho de la Sociedad mixta que se había creado.

Se puede observar la ineptitud,  ingenuidad, ignorancia o mala fe, con que se había llevado el tema por parte de los representantes de Industrias Greis, y las graves consecuencias que se derivaron de ello ya que:

-                      Se mantuvo durante mas de tres años un saldo prácticamente incobrable de cerca de treinta millones de pesetas.

-                      No se pudieron revisar, jamás, los balances de la Sociedad mixta por lo que únicamente se podían aceptar los datos comunicados verbalmente por parte de los socios Tunecinos.

-                      No se pudo obtener la repatriación del porcentaje de beneficios,  que como se apunta anteriormente y en función de los tejemanejes denunciados, eran muy considerables, que correspondía a la aportación del capital inicial.

-                      Se tuvieron serios problemas con las Autoridades Españolas ya que se habían percibido las correspondientes desgravaciones fiscales a la Exportación legalmente en vigor y, por el contrario, no se habían ingresado los cobros dimanantes de las exportaciones realizadas.

 

Pero... no rodaron cabezas, no se exigieron responsabilidades y los autores del desaguisado siguen perteneciendo a la Sociedad y percibiendo sus sustanciosos emolumentos.

 Esto es solo un pequeño ejemplo de los muchos desaciertos de la “Dirección en equipo” que decía haber implantado Don Adolfo. Y que llevarían a la Empresa por derroteros inimaginables.

divendres, 31 d’agost del 2012

NOVELA - CAPITULO 4 (1ª parte)


4

 

Los años que van desde el 1962 hasta el 1969 fueron de una gran actividad tanto comercial como fabril.  CON UN RITMO DE CRECIMIENTO TAN ESPECTACULAR QUE EN ALGUNOS EJERCICIOS  SE LLEGABA A DOBLAR LAS CIFRAS DE NEGOCIO.  Hay QUE TENER EN CUENTA QUE ERAN LOS AÑOS del inicio y la consiguiente expansión de la Televisión en España con una gran necesidad de instalación de antenas, tanto en cuanto se refiere a las instalaciones individuales como con el inicio de las pequeñas instalaciones comunitarias y ello comportaba la enorme demanda de la fabricación de las antenas y sus componentes. Eran días de euforia, se había salido de la recesión del Plan de Estabilización de 1959 y se estaba produciendo el gran despegue industrial y comercial de España, las tímidas aperturas políticas al exterior que permitían unas incipientes relaciones de comercio internacional, importaciones y exportaciones y que fueron bien aprovechadas por Industrias Greis, S.L. para consolidarse  y llegar a cuotas de mercado de enorme importancia para cualquier empresa (posteriormente se verá que no se aprovechó todo lo posible ya que los beneficios que se obtenían se veían considerablemente mermados por mor de las sangrías financieras que padecía la firma para cubrir las muchas necesidades extraordinarias, los excesivos stocks y las pérdidas por mala gestión de personas totalmente incapaces de gestionar los distintos negocios de la familia) y en esa dirección fueron las decisiones de ampliar la fábrica, con la construcción de un nuevo edificio adosado al antiguo y que ampliaba las distintas naves y los pisos en una tercera parte, la creación de una nuevas oficinas en Barcelona, en las que como los nuevos ricos, se hizo un alarde al estilo de las grandes multinacionales, con despachos acristalados con dobles paredes y dobles cristales, con instalaciones de acondicionamiento de aire, calefacción, salas de visitas, etc. Se llegó al extremo de que cualquier "jefecillo" de tercera o cuarta categoría disponía de su gran despacho, su gran mesa, butacones, etc. y, naturalmente lo tenían los principales directivos, con oficinas duplicadas, en la fábrica y en las oficinas de Barcelona. Es decir, se hizo un fuerte gasto e incluso algún que otro despilfarro, como fue, el comprar otro local anexo al primero, contiguo a las oficinas de Barcelona (estuvo sin utilizar, en absoluto para nada, durante más de dos años) y que, posteriormente se convirtió en la sede de otro de los "grandes" negocios de la familia, con pérdidas superiores en el año 1979 a los cuarenta millones de pesetas que fueron detectados y una cifra, difícil de calcular, y que yo estimo en otro tanto, en stocks no vendibles y obsoletos, facturas incobrables de clientes morosos, fallidos simplemente por no haber sido presentados al cobro en su vencimiento, además de la pérdida de imagen de la Empresa ya que, como siempre los negocios de cada uno de los hermanos siempre tenían relación los unos con los otros y, esto es lo peor, casi siempre debían ser rescatados económicamente por la casa madre.

A todo esto y para poder comprender la situación que se estaba incubando y que más tarde produciría efectos muy dañinos y graves a la Empresa, debo seguir relatando uno de los acontecimientos cruciales para la existencia de Industrias Greis y que a pesar de que fue totalmente fortuito y es innecesario decir que muy penoso y dramático para todos nosotros y que trastocó totalmente la estructura accionarial de la empresa y fue la causa del mal desenvolvimiento posterior de la Empresa.

Corría la Semana Santa del año 1969 y se producía un doloroso  suceso que, a mi entender, fue el desencadenante de una serie de errores que han llevado Industrias Greis hasta la situación actual.

En desgraciado y dramático accidente perecieron ahogados los hermanos Don Joan y Don Rodolfo Greis.

Mis recuerdos del suceso están aún,  a pesar de los años transcurridos, vivos en mi memoria y, antes que nada, quiero dedicar un muy sentido homenaje a ambos hermanos y en especial a Don Joan, que creo era una de esas pocas personas que puedes encontrar a lo largo de toda una vida de las que, con justicia, puedes enorgullecerte de haberlas conocido y de haber contado con su amistad. Una de esas figuras que no aparecen fácilmente, y que merecen el calificativo de MUY ESPECIALES, así con mayúsculas, tanto en lo referente a su capacidad para la dirección de la Empresa como en la faceta personal, gran persona, gran amigo. ¡Que enorme pérdida para todos!

Toda la Semana Santa se desenvolvió con un tiempo desapacible, ventoso, fuertes lluvias y se produjeron avenidas en los torrentes y riachuelos en casi todo el territorio, y ello convidaba más a volver a casa que a quedarse, lo que me indujo a anticipar, en unas horas el regreso.

Era el Lunes de Pascua, y después de haber pasado esos días de descanso junto con mi familia y unos primos, en la localidad de Solsona, a media tarde, llegaba a mi domicilio con todos los bártulos, paquetes, equipajes correspondientes a un matrimonio con dos hijas pequeñas; aún no me había despojado del anorak, cuando sonó el teléfono y mi esposa me lo pasó diciendo que llamaba un tal Sinera, a la sazón Inspector de Ventas de la Empresa.

- Sr. Jeroni, (su voz era entrecortada y terriblemente seria) ha ocurrido algo espantoso,  me suelta, así de sopetón ¡Han muerto los señores Joan y Rodolfo!.

- Pero señor Sinera, es increíble, terrible. ¿Qué ha pasado?

- Solo sé que han muerto ahogados. Estaban en la finca de Tarragona.

- Pero, por favor, dígame que ha pasado. ¿Ha sido al atravesar el torrente?

- No sé nada más. Si quiere puede llamar a su domicilio.

- Bien, gracias, ahora mismo llamaré. Adiós. Y colgué el auricular.

En aquel momento quedé sin habla, anonadado, hasta que pasados unos minutos  oí a mi esposa que me decía:

- Jeroni ¿que pasa?. Te has quedado con el semblante blanco. !Di¡¿Qué pasa?

Y reaccioné. Estaba llorando como una criatura.

Había perdido a un verdadero amigo y, más que a un Jefe, a un compañero de trabajo, con el que siempre nos habíamos entendido a la perfección y que, y esto es lo importante, era, como se demostró posteriormente, el único de los hermanos Greis que podía llevar a buen puerto la nave de Industrias Greis.

Sin perder más tiempo que el imprescindible para un cambio de atuendo, juntamente con mi esposa nos dirigimos a casa de Don Joseph Greis, para intentar conocer más detalles y ponernos a su total e incondicional disposición para cuanto pudiéramos hacer en su ayuda.

Tengo un amargo recuerdo de nuestra llegada al domicilio de Don Joseph, recibí una penosa impresión pues nos recibió una persona desconocida para mí y que, con muy poca o nula cortesía, nos impedía la entrada y nos negaba el paso para contactar con alguno de los hermanos Greis. En honor a la verdad, debo decir que era alguien que tenía muy poca representatividad pues, como supe más tarde, se trataba del esposo de una de las hijastras de Don Joseph. Después de muchos dimes y diretes le convencí para que, por lo menos avisara a la señora Greis.

Nos recibió en una salita y con la exquisita amabilidad y tacto que suelen demostrar personas de su gran categoría humana, con gran serenidad nos hizo saber las circunstancias en que se habían producido los luctuosos sucesos que habían concluido con el deceso de dos de los hijos de su esposo Don Joseph y que nos rogaba no insistiéramos en ver a su esposo ya que estaba muy emocionado por los acontecimientos y, además, había sufrido un accidente mientras esperaba con ansia la llegada de sus hijos y ante su tardanza, había caído y  sufrido un traumatismo en uno de los brazos, por lo que el médico le había suministrado un sedante y recomendado que descansara.

Nos relató que los hermanos Joan y Rodolfo, junto con su primo Robert, habían decidido pasar un día de pesca y para ello habían salido con el "Jeep" y después de cargados los aparejos de pesca, se dirigieron hacia una zona cercana de la costa para pasar un día de descanso y relajación y que por designios del destino se convirtió en el último de sus vidas.

Nos contaba su hermano Adolfo que era un día muy desagradable, ventoso y frío, en realidad toda la semana había hecho un tiempo muy desapacible con una meteorología más propia del norte de España que de la soleada Tarragona, con lluvia, frío, e incluso, nieve en las montañas. Llegados al lugar escogido se habían encaramado a unas rocas, que por efecto de la llovizna y las salpicaduras de las olas, ya que el mar estaba bastante alterado, estaban muy resbaladizas y como consecuencia de todo ello, al lanzar la caña Rodolfo resbaló y se precipitó al mar embravecido debido al temporal de levante que levantaba olas de mas de tres metros de altura. Su hermano Joan, viendo que pese a sus esfuerzos, no conseguía asirse de nuevo a las peñas y volver a izarse hasta lugar seguro, se despojó de algunas prendas y se lanzó al agua para ayudarle y entre los dos conseguir salir del trance en que se habían metido. Lamentablemente el estado de la mar no permitía el asirse a ningún saliente, las olas les empujaban una y otra vez contra la pared rocosa y sus esfuerzos más a conseguir agarrarse a algún saliente y, al propio tiempo, evitar que la fuerza del oleaje les lanzara y golpeara contra las rocas. Fueron unos pocos minutos de un terrible esfuerzo físico que pronto agotó sus fuerzas y que muy a pesar de Robert, que intentaba una y otra vez lanzarles el sedal de las otras cañas como si de un cabo se tratara y que les permitiera asirse a algo, pero, por desgracia todo fue inútil, la fuerte resaca les impelía mar adentro y pese a su enorme coraje, pese a que ambos eran buenos nadadores, la fuerza del agua y también la baja temperatura pudo con todas sus reservas físicas y su primo Robert, vio, con desesperación, como desaparecían sus cuerpos bajo el agua. Un hermano, por salvar al otro, caía en el mar y ambos fallecían sin remedio.

A Robert ya solo le quedaba la decisión de volver al "Jeep" y regresar a casa para trasmitir la trágica nueva.

Como si el destino quisiera hundir moralmente a Robert, al llegar al "Jeep" pudo ver que allí había una cuerda, lo suficientemente gruesa y larga como para haber sido lanzada al agua e intentar de forma más factible, el rescate de los desaparecidos entre las olas. El pobre hombre perdió, prácticamente la capacidad mental y durante bastantes meses tuvo que someterse a tratamiento psiquiátrico para llegar a salir de la depresión en que se hundió y que le costó años hasta llegar a mitigar el dolor de la tragedia que se había cernido sobre la familia y de la que había sido, no solo testigo y protagonista.

Al llegar a la casa solariega de los Greis, donde se hallaba reunida toda la familia, se encontró con un nuevo drama; D. Joseph con la angustia, la intranquilidad y el nerviosismo de la espera, había salido al jardín y debido a que si vista no era muy buena, había tropezado, caído y sufrido la rotura de un brazo, con lo que se añadía, al dolor moral el físico.

Ya la Guardia Civil había informado del accidente y se había iniciado la búsqueda de los cuerpos de los dos hermanos que habían desaparecido entre las turbulentas aguas del Mediterráneo, búsqueda que tuvo que ser abandonada hasta el día siguiente por la falta de luz.

Al día siguiente aparecieron los cuerpos en una cercana playa al lugar del accidente y pudieron ser cumplidos los dolorosos y desagradables trámites judiciales, levantamiento de los cadáveres por el Juez, identificación de los mismos en el depósito, así como la preparación de todos los trámites para la inhumación de los restos de los desgraciados hermanos.

Fueron sepultados en el cementerio del cercano pueblo de Riudoms con asistencia de las pocas personas de la familia, amigos y allegados que pudieron ser avisados ya que por tratarse de las fechas en que había sucedido era difícil el localizar a la gente.

En la empresa Industrias Greis, la noticia provocó una gran conmoción, pude observar a más de uno y más de dos personas, obreros, empleados, llorando por la muerte de uno de los hombres con una humanidad más grande que he conocido en toda mi vida. Se organizó un viaje en autocares y una caravana de coches particulares, al pueblo de Riudoms para celebrar una Misa funeral y la subsiguiente visita al Campo santo para rezar un responso por sus almas. Creo que fue una gran y emotiva manifestación de dolor que salía espontánea de lo más profundo del ser de todos y cada uno de los presentes.

 

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